Los 2.500 vecinos de la localidad de Pina de Ebro estuvieron durante el día de ayer observando la evolución de la crecida del río Ebro, con la tensión acumulada ante un posible desbordamiento en los muros de contención construidos, lo que conllevaría el desalojo. Finalmente, no fue necesario recurrir a esta medida después de que se pospusiera hasta en dos ocasiones.

La punta de la crecida extraordinaria del Ebro alcanzó ya la Ribera Baja, dejando nuevamente miles de hectáreas anegadas. Durante todo el día de ayer hubo reuniones permanentes en el Centro de Coordinación Operativa de Emergencias (CECOP).

Las motas de contención del agua en las inmediaciones del pueblo agunataron tras ser reforzadas, y la rotura preventiva de la carretera A-1107 para hacer posible que el agua se desviara hacia el campo hicieron posible que disminuyera el caudal y por eso no ha sido necesaria, de momento, la evacuación.

Quienes ya pudieron regresar a sus casas fueron los habitantes de Boquiñeni, desalojados el pasado sábado. Eso sí, lo hicieron escoltados por miembros de la Unidad Militar de Montaña (UME) y de la Guardia Civil.

Por la tarde ya volvieron los 900 vecinos, aproximadamente, de este municipio, a excepción de los ancianos de la residencia que fueron trasladados a las de Figueruelas y Tauste, ya que los servicios sociales de la comarca decidieron que era preferible que permanecieran fuera en previsión de que una nueva avenida obligue a ordenar otro desalojo.

La crecida extraordinaria impidió ayer a 177 alumnos de distintas poblaciones de la ribera acudir a sus clases en las rutas de transporte escolar y dos colegios de la localidad de Pina de Ebro, con 330 estudiantes, y el de Boquiñeni, con 51, permanecieron cerrados.

En Zaragoza capital, los niños del colegio Jerónimo Zurita, ubicado en la Almozara, fueron atendidos en el centro, pero no se impartieron clases porque el patio quedó también inundado.

Esta avenida extraordinaria, que alcanzó esta madrugada en la ciudad maña un caudal de 2.610 metros cúbicos por segundo y 6,10 metros de altura, obligó a cortar el tercer cinturón de ronda, la Ronda de Boltaña y la pasarela del Voluntariado y aisló el barrio rural de Alfocea.

Además, ha roto un estribo del sostén de la autopista autonómica ARA-A-1 que ha obligado a cortarla en ambos sentidos y en sus cinco kilómetros.

Las filtraciones también afectaron al foro romano de Zaragoza, dado que el nivel del río está más alto que este emplazamiento arqueológico, al aparcamiento subterráneo de la plaza del Pilar y a varios garajes particulares ubicados en las inmediaciones del cauce fluvial del río.

Ayer visitaron la zona inundada el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien aseguró que el "objetivo prioritario" del Gobierno de España ante la crecida del Ebro es agilizar la tramitación de las ayudas y subvenciones para dar cobertura a las personas afectadas, que se contendrán en un real decreto que se aprobará el próximo viernes.

Por su parte, el ejecutivo autonómico aragonés también aprobará un decreto con medidas para que la "situación patrimonial" de los afectados "vuelva a ser la que era antes de las riadas", destacó la presidenta regional, Luisa Fernanda Rudi.

Y abrirá dos oficinas de atención a los afectados, aunque Rudi reconoció "que en el Gobierno de Aragón son conscientes de que tardarán en la evaluación de los daños".

También ayer el alcalde maño, Juan Alberto Belloch, destacó que "el dragado del Ebro puede ser necesario para el río, pero no lo ve suficiente y considera necesario un plan integral de la cuenca que defienda los municipios de la ribera".

Las instituciones implicadas en los planes de emergencia y actuación frente a la riada recibieron las críticas de los partidos de la oposición, quienes lamentaron lamentado la descoordinación entre el Gobierno de Aragón y la Confederación Hidrográfica del Ebro.

Ecologistas en Acción recordó, además, que existe un Plan Ambiental del Ebro consensuado entre todas las partes, aprobado en 2005 y que permanece sin ejecutar, que hubiera paliado las consecuencias de esta avenida extraordinaria del río, cuyo cauce, además, se ha reducido a la mitad desde la decáda de 1960.