La Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) cumple hoy un año desde su arranque sin que haya podido prosperar ninguna de las 14 peticiones legislativas que se pusieron en marcha y con sólo una de ellas cerca de alcanzar el listón que le permitiría hacerse un hueco en la agenda de la Unión Europea (UE).

La ICE es un mecanismo recogido en los tratados europeos que permite a los ciudadanos participar activamente en la vida democrática de la Unión, a través de la recogida de un millón de firmas en al menos siete de los Estados miembros y que en España equivaldría a la Iniciativa Legislativa Popular (ILP).

Sin embargo, muchos representantes de la sociedad civil se muestran decepcionados con el funcionamiento de este mecanismo en su inicio de andadura, por lo que ya empiezan a plantear reformas de cara a una revisión del reglamento en 2015.

"La buena noticia es que al fin se puso en marcha", dijo a Efe el presidente del Instituto Europeo de la Iniciativa y el Referéndum (IRI), Bruno Kaufmann, aunque se mostró desencantado con la escasa información que las instituciones comunitarias han dado de este instrumento.

"Hay demasiada gente en la UE que todavía no sabe que puede influir en la política europea", indicó Kaufmann, quien señaló también que "hay muy pocas iniciativas que puedan lograr la cantidad requerida de un millón de firmas".

Dos meses después de que la Comisión Europea (CE) diera el pistoletazo de salida a la ICE, empezó a circular un decálogo impulsado por expertos y representantes de la sociedad civil con recomendaciones para garantizar que la ciudadanía pudiese participar con éxito en el proceso legislativo de la UE.

El documento pide más tiempo para recabar las firmas, rebajar hasta los 16 años la edad mínima para participar y ampliar el derecho a todos europeos residentes en otros Estados miembros.

Asimismo, propone simplificar el método de identificación de los firmantes, al considerar que la inscripción del número de pasaporte o DNI puede llegar a ser disuasorio.

"Esperamos mucho más de todo esto", indicó por su parte el director de Democracia Internacional, Daniel Schily, quien se mostró cauteloso con el papel de la CE, al tiempo que señaló que han detectado "señales extrañas", tales como la falta de apoyo.

Sin embargo, el vicepresidente de la CE y responsable de Relaciones Institucionales y Administración, Maros Sefcovic, considera que ha sido "un año muy ajetreado", según dijo a Efe su portavoz.

Sefcovic admitió que "hubo problemas al principio, lo cual no sorprende, dado que se trata del mayor experimento que se ha hecho nunca en democracia participativa transnacional".

En la actualidad hay 14 iniciativas abiertas, de las que sólo una ha logrado superar la barrera del millón de firmas, algo que tampoco le garantiza entrar en el debate de las instituciones ya que, además, debe cumplir con el quórum establecido para un mínimo de siete países, fijado en función de su tamaño.

La petición en cuestión, "Right2Water", exige a la Comisión un marco legislativo que garantice unos servicios de agua potable y saneamiento satisfactorios para todos los ciudadanos, al tiempo que pretende blindar este recurso ante posibles privatizaciones y que los Veintisiete redoblen esfuerzos para lograr un acceso universal.

"Estamos satisfechos de que seamos la primera iniciativa en lograr un millón de firmas, pero el mecanismo es como una camisa de fuerza. Hay muchas cosas que mejorar", declaró a Efe Pablo Sánchez, uno de los coordinadores de la campaña.

Esta iniciativa fue puesta sobre la mesa por la Federación Sindical Europea de Servicios Públicos (EPSU, en inglés) y cuenta con el respaldo de organizaciones como Greenpeace, los sindicatos españoles CC.OO. y UGT o el partido político francés Europa Ecología-Los Verdes (EELV).

Los más críticos con este tipo de iniciativas ya alertaron del riesgo de que pudiesen acabar monopolizadas por grupos de presión y organizaciones no gubernamentales, en lugar de dar realmente voz a los ciudadanos.

Para Sánchez, ha habido una "gran reacción de la gente", que se ha organizado con "total independencia", especialmente en Eslovenia, donde, explicó, tienen poca fuerza como sindicato pero, en cambio, han recogido una gran cantidad de firmas, lo que atribuyó al éxito del "movimiento ciudadano".

"Sin una organización detrás, esto no vuela. Es un mito que siete ciudadanos pueden organizarse y lograr un millón de firmas. Eso está muy bien para los cuentos", señaló.