Las hermanas Nuria y Marta, de 7 meses, gemelas desarrolladas a partir de un mismo óvulo y en una sola placenta, nacieron siamesas, enlazadas desde el hueso del esternón hasta el ombligo, compartiendo el hígado y envueltas en una única piel. Situadas cara a cara, con los cuerpos enfrentados y las piernas enlazadas para estar más cómodas, crecieron hasta que el pasado 27 de febrero fueron separadas por un doble equipo de cirujanos fetales del Hospital Vall d´Hebron, de Barcelona, que actuaron en dos quirófanos diferentes.

La total proximidad de las hermanas, que ayer fueron presentadas en público, y su perfecta semejanza estética, no les ha impedido mostrar un carácter antagónico. "Marta aún se calma mirando la cara de su hermana, pero Nuria está cansada de la otra, y en cuanto puede le da la espalda --explicó la madre, Meritxell Feliu--. Cuando estaban unidas, Nuria no paraba de dar manotazos a Marta, que es muy pacífica. Teníamos un problema, aunque nada grave".

GANAR PESO La condición de siamesas, anomalía que sucede en uno de cada 200.000 embarazos, fue detectada en una ecografía en la semana 12 de gestación. El parto fue programado para la semana 38. Aunque al nacer las gemelas se repartían de forma equilibrada 3.060 gramos de peso, los médicos enviaron a madre e hijas a casa, con el fin de que las nenas crecieran y engordaran lo imprescindible para soportar el enorme estrés de la cirugía de separación.

Seis meses después, cuando pesaban 6 kilos cada una, los médicos decidieron intervenir. Numerosos estudios morfológicos y radiológicos les indicaban que las niñas compartían el hígado pero disponían de intestinos, corazones, pulmones y riñones individuales. No obstante, solo en la mesa de operaciones estuvieron seguros de que esa distribución era exactamente así, explicó ayer José Luis Peiró, responsable de cirugía fetal en Vall d´Hebron y coordinador del equipo quirúrgico. Repartir la musculatura y disponer de piel suficiente para componer la epidermis de dos pequeños vientres fueron los puntos más delicados de la intervención, explicó el cirujano.

"La piel, la cerramos como las hojas de un libro --describió--: a una, le hicimos un estiramiento sobre el abdomen y a la otra por la espalda". El reparto de la circulación sanguínea fue otro punto crítico superado por el equipo médico, que se muestra feliz por el éxito de una operación que presentaba bastante incógnitas por el alto riesgo de las dos niñas.