Especialistas que han participado en el primer Estudio Demográfico Español sobre Eyaculación Precoz (DEEP) han alertado de que el carácter íntimo de esta anomalía influye en que esté infradiagnosticada y en que la mayoría de los varones adolezcan de una correcta información sobre esta dolencia.

El doctor Rafael Prieto, vicepresidente de Asociación Española de Andrología (ASESA) y especialista del hospital Reina Sofía de Córdoba, ha señalado a EFE que el 43 por ciento de los hombres entre 18 y 59 años ha sufrido alguna vez en su vida un episodio de eyaculación precoz.

Pese a esta gran prevalencia, nueve de cada diez varones andaluces identifican la eyaculación precoz como la falta de control sobre su eyaculación y no como un problema relacionado con la brevedad de la duración de las relaciones sexuales.

Para Prieto, el carácter íntimo de esta anomalía favorece que muchos de los varones que la padecen no consulten con el especialista a pesar de que la eyaculación precoz afecta a muchas más personas de la que ellos creen

Este estudio, realizado por ASESA con la colaboración de Janssen-Cilag, pone de relieve el impacto de este problema sexual que es identificado por el 55 por ciento de los mil hombres entrevistados, de entre 18 y 59 años, como el problema sexual más importante, por delante de otros como la disfunción eréctil.

La eyaculación precoz tiene su origen en múltiples factores, tanto psicológicos como fisiológicos y se puede padecer a cualquier edad, según estos expertos.

La falta de control en la eyaculación genera un sentimiento de insatisfacción y puede generar conflictos en el seno de las parejas e incluso obsesión con este problema.

De hecho, un veinte por ciento de los entrevistados que sufren este trastorno de manera habitual afirma que las relaciones sexuales no son importantes en su vida.

Pese a ello, sólo el 38 por ciento de los hombres con eyaculación precoz considera que debe consultar con su médico si padecen este problema, aunque en la práctica clínica sólo un porcentaje bajo lo haga.

Algunos de los encuestados recurren a alternativas como pensar en otras cosas, masturbarse antes de tener relaciones sexuales y otras técnicas, reconociendo sin embargo que estas prácticas no contribuyen a reducir este problema.