Don Juan Carlos y Doña Sofía disfrutaron con intensidad su última visita a Córdoba con motivo de la entrega de las medallas de oro al Mérito en las Bellas Artes. El marco del acto, en la Mezquita-Catedral, realzó la solemnidad y la belleza de la ceremonia, y el almuerzo en honor de los Reyes ofrecido por la alcaldesa, Rosa Aguilar, en La Bodega de El Churrasco, constituyó otro momento cargado de sensaciones en el que los monarcas encontraron en la mesa los sabores de Córdoba, presentados con equilibrio y armonía por Rafael Carrillo para que los invitados apreciaran con todos los sentidos la gracia de unos platos elaborados con procedimientos tradicionales.

Los Reyes se presentaron en el restaurante y en La Hospedería contagiados de la alegría y el calor que les transmitieron los cordobeses en el recorrido a pie que completaron, fundidos con la gente, desde el Patio de los Naranjos hasta la calle Romero, donde la familia Carrillo Rodríguez tenía dispuestos en sus establecimientos las adecuadas atenciones para el recibimiento de tan altos huéspedes.

El retrato de Leonor

Han pasado ya dos meses de aquel acontecimiento, pero la reciente recepción de un completo reportaje gráfico remitido por la Casa Real de aquellos momentos vividos en cercanía con los Reyes, divididos entre el deber profesional y la admiración hacia su figura, ha hecho rebrotar en Rafael Carrillo la alegría y el recuerdo de todo lo que ocurrió el pasado 6 de octubre en su casa. Lo hace con tanta precisión y entusiasmo que es capaz de llegar al extremo de reconstruir cada minuto.

"El Rey se mostró muy cercano", recuerda el restaurador, y "la Reina preguntaba por los detalles que veía a su alrededor". Lo que más alegría le produjo fue el regalo de un retrato enmarcado de su nieta Leonor --preparado sobre el brocal de un pozo de La Hospedería--, bordado en punto de cruz por su esposa, Mari, en una delicada tarea de manos y vista que dejó a Doña Sofía sorprendida por la minuciosidad y el detallismo de la labor.

Los Reyes de España se quedaron gratamente sorprendidos de La Hospedería. Doña Sofía dijo que era muy "acogedora". Allí se alojaron unas horas en la habitación de Julio Romero de Torres, de excepcional orientación, porque por sus postigos antes de pasar la luz del sol o de la luna entra con toda su fuerza la dominante imagen de la torre de la catedral. Rafael Carrillo hijo, director del establecimiento, ya ha rebautizado esta estancia como alcoba real.

Además del interiorismo, muy cuidado, Don Juan Carlos mostró curiosidad por el olivo de Baena replantado, regalo de Tico Medina, que hermosea el patio cordobés del hotel con su tronco rugoso y sus hojas con el envés plateado. Con su naturalidad y simpatía, los Reyes se dejaron fotografiar mucho, abrieron con su rúbrica el libro de firmas del hotel y, en agradecimiento al trato recibido, saludaron cordialmente al personal de El Churrasco.

El gran momento del día fue el almuerzo servido en el comedor de San Mateo de La Bodega. El recibimiento gastronómico preparado por Rafael Carrillo estuvo encabezado por el vino de Montilla-Moriles, las tostas con aceite de oliva de Baena y el jamón de ibérico de Los Pedroches. Córdoba en sabores.

Mesa de ocho

Don Juan Carlos y Doña Sofía, Carmen Calvo, Manuel Chaves, Juan José López Garzón, Rosa Aguilar, monseñor Asenjo y Alberto Aza, jefe de la Casa del Rey, formaron esta selecta mesa en la que se presentaron otras creaciones culinarias muy cordobesas como las berenjenas fritas con salmorejo y el gazpacho blanco de piñones, quizá el sorbo más sublime de la cocina de El Churrasco, que la Reina apreció y pidió repetir a los postres.

Tajina de lubina o lomo alto de buey, el crustillante de bayas de enebro helado o el arlequín de frutas y el Pedro Ximénez completaron la carta en la que figuraron como vinos de mesa el Marqués de la Sierra y el tinto Pago de Carroviejas (Duero). Una jornada que ni los Reyes ni Rafael Carrillo olvidarán.