La Semana Santa de Cabra, que desde el año 1989 cuenta con la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional, se abre a la participación de los egabrenses y de los visitantes con toda una invitación al disfrute de los sentidos a través del rico y magnífico patrimonio histórico-artístico que sus 28 cofradías, a través de sus 31 cortejos procesionales, sacan a la calle del Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección.

Imágenes llenas de calidad de los más variados estilos que arrancan hace más de cinco siglos, que, portadas a hombros de sus hermanos costaleros, están repletas de toda una serie de elementos y símbolos tradicionales, presentados en los más variados estilos de ser procesionados por las calles y plazas, acompañados de largas filas de capuchones con cirios, cruces y cadenas o faroles. 

Toda una exposición de tradición y arte en la calle, donde aún perviven elementos propios de la Semana Santa egabrense y que no se ha visto "contaminada" por aquellos procedentes de Sevilla, permiten disfrutar de judíos y romanos, tambores y trompetas; añafiles o abejorros (trompetas alargadas). Y la saeta de Cabra, con su singular toná y letras. 

Arte barroco de artistas de los siglos XVII y XVIII, cargado de devoción, puede verse en estos días en las calles de Cabra, en sus templos, en callejuelas y avenidas con el olor a azahar propio de los primeros días de la primavera. 

Tradición que se adapta a los nuevos tiempos a través de la juventud que se hace cargo de cofradías y hermandades centenarias, que hacen posible la permanencia de esta serie de manifestaciones donde no faltan en los días previos sus actos y cultos cuaresmales.

Toda una explosión de fervor que, como apuntaba Antonio Ramón Jiménez, en uno de los Cuadernos Egabrenses editado por el Ayuntamiento de Cabra, queda reflejado en las imágenes que se procesionan, donde "cabría destacar las más antiguas como la Virgen de la Soledad, el Cristo del Calvario, Jesús del Perdón, el Cristo del Socorro, la Virgen de la Esperanza, el Cristo de la Sangre, Jesús de la Columna o la Virgen del Socorro. Algunas de ellas están atribuidas a Pedro de Mena, José de Mora o Salzillo. Las más recientes, como el misterio de la Oración en el Huerto, el Lavatorio, la Virgen del Rosario, la Virgen de la Paz o Jesús Resucitado, son también obras de destacados imagineros como Juan Manuel Miñarro, Manuel Escamilla o Martínez Cerrillo. Junto a estos nombres hay que destacar la labor de imagineros egabrenses como Salvador Guzmán, Campos Serrano o Antonio Albornoz, entre otros".

Sin olvidarse, añade el autor, las piezas de orfebrería, donde destaca "la magnífica urna del Santo Sepulcro y destacadas piezas como palios, cruces de guía, respiraderos, candelabros o coronas, realizadas por orfebres como Manuel de los Ríos, Villarreal, Díaz Roncero o hermanos Lama. Los bordados, realizados por los antiguos talleres de los conventos de las Dominicas o de las Agustinas egabrenses, se complementan por otros de las Filipenses de Sevilla, las Clarisas de Alcaudete o los talleres de Cristino Lastres o Antonio Villar, entre otros. Durante siete intensos días las calles de Cabra se llenan de esplendor y emoción, en los que las cofradías salen en estación de penitencia, contando con la masiva participación de un pueblo volcado con su Semana Santa".

Silencio: Cristo del Socorro, de finales del siglo XVI. JOSÉ MORENO

Imaginería

La Semana Santa de Cabra destaca, a parte de por la religiosidad que desprende la celebración y que le da sentido, por la gran cantidad de obras de arte que guarda y que saca a la calle, conservando tallas de los mejores imagineros barrocos y de los siglos XX y XXI, conviviendo en perfecta armonía imágenes con más de cinco siglos y otras de mucho más recientes, hecho que convierte la Semana de Pasión egabrense en referente a nivel artístico. Las distintas imágenes que procesionan en la ciudad fueron realizadas en estilos artísticos distintos, según el predominante en la época de ejecución. Cada una de ellas representa un momento de la Pasión de Cristo, o del Dolor de María, además de un transfondo humano y cristiano que transmite el mensaje de Jesús.

La gran mayoría de obras que en la actualidad procesionan en Semana Santa son fruto del gran desarrollo de la imaginería, en los siglos XVI, XVII y XVIII, en sus vertientes andaluzas, como son las escuelas granadina y sevillana, propiciado por la excelente posición de la ciudad en el mapa, que como centro geográfico de la comunidad la hizo partícipe de todas las corrientes escultóricas generadas en la Andalucía de entonces.

Son pues muy destacables conjuntos escultóricos como el de las Angustias, de José de Mora, llegado en el siglo XVII a la ciudad, y del cual la talla de Cristo Yacente está catalogada como una de las mejores piezas de la imaginería de todos los tiempos. No menos imponente es la Dolorosa de la Soledad, de Pedro de Mena y gran referente devocional de la comarca.

Son dignas de mención, aún dejando en el tintero otras muchas tallas importantes del siglo XVII y XVIII que no tienen autor identificado o atribución clara, imágenes como la de Jesús Preso o el misterio de la Columna y Azotes, ambos atribuidos a la gubia de Salzillo, la talla del Señor de la Humildad y Paciencia, del círculo de Martínez Montañés, la magnífica dolorosa de la Esperanza, de la escuela granadina o el Nazareno del Dulce Nombre, atribuido a Pablo de Rojas y perteneciente a la Cofradía de la Misericordia, en la que todavía no procesiona.

Fuera del barroco también hay tallas de gran valor pertenecientes al resurgir cofrade del siglo XX y XXI. Buena muestra de ello son la talla del Cristo de la Expiración, del valenciano Pío Mollar; el misterio del Descendimiento, del cordobés Antonio Bernal; el misterio del Traslado al Sepulcro, del sevillano Fernando Aguado o el de la Oración en el Huerto, de Juan Miñarro.

El bordado

El arte del bordado en oro y plata juega un papel muy importante en los enseres que las hermandades y cofradías adquieren, pues proporciona, además de un material duradero, rico y de gran valor, unas posibilidades muy grandes en cuanto a concepción y desarrollo artístico de la pieza, que no hace más que engrandecer el patrimonio de las distintas corporaciones y dotarlas de personalidad.

Ciñéndonos a la Semana Santa de Cabra, podemos ver en ella una buena colección de piezas bordadas en oro de los siglos XVIII, XIX y XX. Actualmente se conservan y se pueden ver en la calle grandes ejemplos del bordado en oro, que destacan por su gran calidad de ejecución y diseño, como por ejemplo la túnica de Nuestro Padre Jesús Nazareno y el manto de la Virgen de los Remedios, estrenado el Jueves Santo del año 1800, elaborado en el Convento de Madres Agustinas de Cabra; ambos comparten un diseño similar y con la particularidad de poseer una gran cola, de cigarrón, ricamente bordada. La túnica de Jesús Nazareno, de la que posteriormente bebería el manto de la titular de la Hermandad de la Vera Cruz, fue confeccionada en 1785 en Cádiz, en el taller de Miguel Ventura. Esta gran túnica destaca por su gran cola de cigarrón profusamente bordada con motivos vegetales y hojarascas en oro fino y plata sobre terciopelo morado.

Tradiciones

La Semana Santa de Cabra, como todas las andaluzas, bebe y ha bebido de las distintas corrientes y estilos generados a lo largo y ancho de Andalucía. Podemos encontrar en ella muchas reminiscencias y elementos que, aunque ya forman parte de la idiosincrasia y de la imagen de la Semana Santa andaluza, sí tuvieron origen en ciudades concretas, como son el caso de Sevilla, Málaga y Granada.

Buena muestra de ello es la Archicofradía de Jesús Preso, que conserva gran parte de las tradiciones cofrades originarias de la ciudad, como son el modo de llevar el paso, con sus populares judíos, que portan el misterio a hombros pero por fuera, siendo una característica peculiar y casi única que la resalta.

Otro ejemplo que ha llegado hasta nuestros días es la presencia de los abejorros (trompetas alargadas que, con un tono grave, suenan cada vez que el paso se levanta) en varios de los cortejos de la ciudad. Estas se pueden ver en los cortejos procesionales de las cofradías del Huerto, Necesidades, la de la Vera Cruz y Remedios, Jesús Nazareno y de la Soledad, además de la de Jesús Preso, entre otras. Tradición similar a la de los abejorros era el tambor que acompañaba el inicio de la procesión. El último tambor acompañando al estandarte lo llevó hasta la década de 1980 la Archicofradía de Jesús Nazareno.

Jesús Preso: La imagen del Jueves Santo, a su salida de la parroquia de la Asunción y Ángeles. JOSÉ MORENO