El tablero político del 2021 se ha movido de la mar en calma a la mar confusa, sin apenas pasar por la marejadilla. Si en España, la moción de censura fallida en Murcia dio paso a un tsunami político, Córdoba no ha sido ajena al ritmo sincopado de la nueva política, del que solo se ha salvado un proyecto que aúna de momento a todos los sectores y partidos. El año se estrenó de hecho con la noticia de que la capital cordobesa sería la sede de la futura base logística del Ejército de Tierra, una iniciativa que supondrá una inversión estimada de 350 millones y la creación de 1.600 empleos. Ese ha sido el logro más destacado de la ciudad y que ha recogido como aval el alcalde, José María Bellido. Supera el ecuador de su mandato con este haber bajo el brazo y, por contraste, con el mar agitado de las polémicas de su socio de gobierno, Ciudadanos. La formación naranja está en caída libre en las encuestas y ha alimentado un auténtico culebrón televisivo en el Ayuntamiento de Córdoba en 2021: desde un primer capítulo en el que la concejala Eva Timoteo terminó dimitiendo por la polémica sobre su sueldo; pasando por el capítulo en el que la salida de esta edil provocó la entrada de María Luisa Gómez, exgerente del Imdeco y enfrentada con Manuel Torrejimeno (este hilo argumental ha acabado en comisión de investigación); y continuando con el capítulo de la Delegación de Infraestructuras, cuyos contratos menores han terminado en el juzgado, con la salida de la coordinadora del área y la destitución de David Dorado, que pierde todo salvo el sueldo.

Los tambores electorales en Andalucía y los movimientos orgánicos en torno a ese son han impulsado un cambio copernicano en las filas del PSOE andaluz (que mandó a Susana Díaz al Senado y a Juan Espadas, a disputarle la presidencia de la Junta a Juanma Moreno) y cordobés, con Rafi Crespín, primera mujer al frente de las siglas. Mientras que sigue siendo una incógnita la fecha de los comicios autonómicos, a los que se presentará una izquierda más fragmentada que nunca y un Vox con opciones de gobierno, el mar de la política seguirá con su zozobra habitual y los ciudadanos a la espera de llegar a puerto.