Frailes 6

La marimba del joven percusionista de la casa, Víctor, ocupa parte del porche frontal del patio, no como objeto decorativo, sino como un ejemplo más de que cada rincón de esta casa se vive intensamente, sin artificios. En el Patio Vesubio, el añil omnipresente evoca más que el volcán junto a Nápoles, a las islas griegas y a Chauen, y siempre se apuesta por plantas de verde (las horas de sol son escasas) y flores lo más cercanas a lo silvestre, curiosos cactus y helechos sin olvidar las plumas de Santa Teresa, que son emblema de la casa, ni el color en las partes altas. Este año, Virginia Molina cuenta con unos magníficos acantos que están prosperando en el patio.

La casa es el fruto del sueño de Virginia y Pedro, cuando la encontraron hace dos décadas sepultada entre escombros, y es imagen de los que residen aquí tanto como el patio impregna sus vidas: el círculo de amigos de la familia, la poesía de Selene o la música de Víctor. Incluso el trabajo de investigación que está haciendo Virginia tras su formación como encuadernadora artística está centrado, cómo no, en el patio.