Córdoba

La presente carta quiere denunciar el injusto trato que tanto el IMAE como la dirección administrativa de la Orquesta de Córdoba ofrece año tras año a gran parte de sus abonados. La última de sus actuaciones se refiere a la ampliación de aforo para los conciertos de la Orquesta tras cesar las restricciones impuestas por el covid.

Debido a la pandemia, muchos abonados tuvimos que ser reubicados en otros asientos para cumplir con las restricciones establecidas, bajo la promesa, por otro lado lógica y normal, de volver a nuestros sitios una vez desaparecieran las mismas. El 7 de septiembre comienza la renovación de abonos y seguimos con la misma distribución del año pasado, y se nos comunica que la misma será efectiva todo el año, sin que se vayan a vender localidades bloqueadas, es decir, a las localidades que nosotros ya estábamos abonados. Sin embargo, el pasado 30 de septiembre se comunica por el IMAE y la ODC que con el cambio de restricciones se procede a la venta del 100% de localidades, pero por sorpresa para nosotros, no proceden con carácter previo a devolver a los ya abonados a sus correspondientes sitios, sino que nos dejan donde estábamos, vendiendo aquellos asientos que llevamos ocupando y pagando muchos años.

De esta manera se dan situaciones como la nuestra, que pagando una primera fila de palco central, no coloquen en segunda fila al mismo precio, y nos vendan nuestros sitios de la primera fila, o que abonados que acuden a presenciar los conciertos juntos, se tengan que sentar separados porque se han vendido los asientos contiguos que ejercían de separación para cumplir con las normas.

 ¿De verdad alguien ve coherente esa forma de actuar? ¿No era lógico devolver primero a los abonados a sus sitios y luego vender las localidades resultantes? ¿Le importa al IMAE y a la ODC sus fieles abonados? Pues parece ser que no cuando la única respuesta obtenida es que se ponga una hoja de reclamaciones porque no se nos va a trasladar a nuestros sitios.

Una Orquesta como la de Córdoba formada por grandes músicos y dirigida por un gran director, no merece estar administrada por ese tipo de «profesionales». Quizás la única solución sea no volver a abonarse. 

María Antonia Sánchez Palma