En esta pasada noche, con una hora «regalada» para sortear la incongruencia de un toque de queda a las once y el final del estado de alarma a medianoche, se ha abierto una nueva etapa que pone fin al cierre de Andalucía y a las limitaciones horarias y de movilidad asociadas al decreto que ha estado vigente durante seis meses. Hoy, 9 de mayo, estrenamos una situación que no es igual en todas las comunidades autónomas, con posturas diversas y sometidas a decisiones judiciales dispares, y que en nuestra comunidad autónoma se traduce en el alargamiento del horario de cierre de los bares y restaurantes hasta las doce, los grupos de hasta ocho personas en el interior de los establecimientos y de diez en las terrazas, las celebraciones con hasta 500 personas en el exterior, el aumento de aforo en los espectáculos... La Junta de Andalucía, tras la reunión del Comité de Alertas, decidió el jueves pasado arbitrar un plan de desescalada en tres fases que debería terminar el 21 de junio. Quedan las cautelas para hacer frente a posibles situaciones de riego extremo. El Gobierno andaluz se propone activar cierres perimetrales en municipios que superen los 1.000 casos por cien mil habitantes, si bien deberá recurrir a la justicia para asegurar la adecuación legal de estas medidas. Y ya tenemos en distintas comunidades autónomas decisiones judiciales encontradas.

Después de tanto tiempo, con el decaimiento del estado de alarma es muy probable, como así se palpa en el ambiente, que se viva una especie de euforia colectiva que no debería dar lugar a aglomeraciones. Este primer fin de semana del Concurso de Patios en Córdoba, en el que oficialmente no pueden acudir visitantes de otros puntos de España, pone a prueba la eficacia de las medidas de prevención y distanciamiento fijadas por el Ayuntamiento.

Los planes de desescalada están diseñados pensando en el avance de la vacunación. En Andalucía el 15% de la población mayor de 16 años (población «diana») está ya vacunada con la pauta completa, y en torno al 30% con al menos una dosis. La incidencia está ya en 190 casos por cien mil habitantes y la evolución es buena, aunque todavía muy insuficiente.

Hay que recordar, sin embargo, que estamos inmersos todavía en la pandemia, muy lejos de conseguir retomar la normalidad, y que siguen vigentes una serie de medidas de cuya aplicación responsable depende que la evolución positiva continúe. Como dicen los científicos, «el covid no lee el BOE» y la transmisión de la pandemia enfoca ahora el riesgo hacia la población joven, propiciando el desarrollo de nuevas cepas de coronavirus.

La flexibilización es un balón de oxígeno para la hostelería y turismo y también un atisbo de luz al final del túnel para la ciudadanía, pero no está de más advertir de los peligros de una relajación que podría ser ilusoria si no se siguen los preceptos básicos de prevención: la distancia social, la higiene y la mascarilla protectora. Se trata de ser responsables de nuestros propios actos, conscientes de que todavía queda trecho por recorrer. Aún estamos lejos de la inmunización de grupo y la pandemia sigue siendo una realidad dramática. Si dejamos de estar alerta, como sucedió el pasado verano -y en algunos casos desde un punto de partida peor-, corremos el riesgo de volver a dar pasos atrás.