Opinión | Hstoria en el tiempo

¿Ingratitud cordobesa?

La calma de la ciudad se vio algo alterada por la polémica en torno a la designación de su muy importante estación de ferrocarril

La calma -a las veces, chicha- que impera en la hermosa ciudad en la que habita el anciano cronista se vio algo alterada en el arranque de la primavera del presente año -(en ella de inigualable hermosura floral y paisajística...)- por la polémica en torno a la designación de su muy importante estación de ferrocarril. Conforme a la moda de hodierno, la discusión en el seno de la comisión edilicia encargada de ello discurrió -en ocasiones, de modo altisonante y áspero- respecto a los varios nombres antiguos y modernos que podrían escogerse en punto a dicha denominación. La lista en juego era tan larga como renombrada, pues no en balde la antigua y deslumbradora urbe califal ha sido cuna de insignes figuras de su peraltado ayer. Nombres clásicos y, en verdad, insuperables como Góngora o Gonzalo Fernández de Córdoba el Gran Capitán «se codearon en la controversia municipal con otros contemporáneos como Antonio Gala o los integrantes del Grupo Cántico, sin que faltara la egregia personalidad del gran alcalde D. Julio Anguita, antiguo alumno en la Universidad de Barcelona del articulista, muy estimado de este así como su primera y muy gentil esposa (no hemos tenido el gusto de conocer a su segunda).

Así, pues, historia frente a actualidad, arte frente a política, leyenda o realidad, se hace, desde luego, dentro de tales parámetros llegar a configurar una opinión generalizada o, por lo menos, sólida y compacta. Naturalmente, el abajo firmante no va intentar ninguna solución arbitral de tan enconado tema; pero no por ello dejará de reivindicar el nombre de uno de los poetas más insignes del bien nutrido Parnaso español, en especial, el de los Siglos de Oro. Ello no obstante, tampoco dejará de evocar el nombre de Julio Anguita en orden a subrayar una de las características de la personalidad cordobesa, de otro lado, refulgente y atractiva en mil facetas de su comportamiento colectivo. Hablamos aquí a propósito de ello de la ingratitud que envuelve en incontables coyunturas la posición de la sociedad cordobesa -antigua y moderna- cara a los servicios y trabajos de sus más esforzados hijos en pro del desarrollo de la ciudad en cualesquiera de sus facetas relevantes. La empática figura de su antiguo regidor comunista no ha sido ni será ciertamente la última de la apretada columna ilustradora de esta manquedad esencial de su identidad más profunda. Y, a buen seguro, que en el inmediato porvenir no faltarán lances en el mundo de la cultura y la empresa que renueven lancinantemente tal conducta.

  • Catedrático

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