La vivienda es uno de esos grandes temas, tanto desde el punto de vista institucional como periodístico, de los que no deja de hablarse. Pero unas veces más que otras; y ahora, en plenos aires electorales vascos y catalanes, al Gobierno le ha dado por desentrañar la cuestión y hacer de ella uno de los principales ejes de la presente legislatura -en la que, con Presupuestos prorrogados, pocas alegrías caben para el cuerpo nacional-. Así, se ha convertido en prioridad estatal, según Sánchez, garantizar el acceso a una vivienda asequible y digna, para lo que se anuncian fórmulas como incrementar el parque de la pública, agilizar la licencia de obras para la construcción de pisos -al parecer bastante farragosa- y hasta eliminar la llamada ‘Golden Visa’, que otorga permisos de residencia en este país a poseedores de grandes fortunas si hacen una inversión inmobiliaria de al menos 500.000 euros. Una medida curiosa -sobre todo porque nada sabía el ciudadano de a pie de la existencia de tales tarjetas doradas- que no deja de ser un golpe de efecto poco trascendente más allá del titular. Lo que hace falta, opinan los expertos, es terminar con el actual déficit de viviendas y propiciar una bajada de precios -en 2023 los de esta provincia fueron los más caros de España, según Tinsa-, para lo que reclaman una colaboración público-privada que libere suelos.
En Córdoba, Vimcorsa acaba de anunciar que en los próximos cinco años se edificarán 6.500 viviendas libres y 2.144 VPO. De estas últimas, un tercio correrán a cargo de la citada empresa municipal, de acuerdo con un plan que pretende facilitar la compra y el alquiler a los sectores más vulnerables de la población. Y es que mientras a algunos, no necesariamente extranjeros, les sobra dinero para comprarlo todo -el ladrillo sigue siendo uno de los valores más seguros- otros están obligados a destinar más del 30% de sus ingresos para habitar un hogar propio o arrendado. Y eso si lo consiguen, porque según las estadísticas, en España más del 60% de los jóvenes entre 19 y 34 años vive aún en casa de los padres por falta de unos mínimos recursos para emanciparse. Sí, con o sin elecciones, la vivienda es un asunto serio.