Opinión | Cielo abierto

Koldo

En el hacha de Koldo se concentra su hambre de presente. En su foto ofreciéndole el hacha a Pedro Sánchez, ves dos hombres dispuestos a forjarse su propio manual de resistencia, aunque lo escriban otros, pero a base de hachazos. Es la determinación de encontrar tierra firme --aunque la escriban otros-- blandiendo el hacha sobre nuestras cabezas, para hincarla bien en plena mordida del tronco, mientras el bosque no sólo se vacía, sino que se saquea. Tiene razón Joaquín Leguina: en España la presunción de inocencia está siendo muy golpeada, pero Koldo García se ganaba la vida honradamente como portero de burdel antes de ser consejero de Renfe Mercancías con José Luis Ábalos como ministro de Fomento. Es un gran salto, aunque haya mucho más fondo novelesco en vigilar la entrada de un prostíbulo que en ser consejero de Renfe. Pero la pasta está ahí, y también los dedazos del exministro Ábalos y Pedro Sánchez. «Guerrillero de grandes dimensiones físicas, y corazón comprometido, es un referente político en la lucha contra los efectos de la crisis y las políticas de la derecha», escribió el presidente sobre él. Según la investigación judicial, Koldo, guerrero de la noche y sus negociaciones, medió en la compra de mascarillas a través del ministerio de Fomento, incrementando su patrimonio en 1,5 millones de euros. Pero yo ahora pienso en José Luis Ábalos, que se ha quedado solo, y en su comparecencia. Ábalos es un romántico: ya lo relatamos, en una vieja crónica ficcional, cuando le susurró a Delcy Rodríguez, y a sus treinta maletas sin declarar en Barajas: «Siempre nos quedará Caracas». Pero ahora Ábalos, fontanero leal como Óscar Puente, se ha quedado radicalmente solo: sin secretaria, ni chófer, y con voz de secundario trágico, porque sólo va a ganar 5.160 euros mensuales por ir al Congreso cuando le apetezca. Y esto es un drama español. Pero todo vale con tal de mantener esa tolerancia cero contra la corrupción de la derecha, a hachazo limpio.

* Escritor

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