Opinión | Historia en el tiempo

Los grandes desafíos de la España actual

Tras el fracaso en Galicia, la dirección socialista deberá concentrar energías en las elecciones vascas

Desplazado del primer plano de la política hispana el resurgimiento del independentismo galaico con ínfulas gobernantes, ya aparece contorneado en sus aspectos esenciales el fantasma de la reviviscencia electoral del PNV en una muy próxima cita con las urnas en la cercana primavera el presente año. Si la arrolladora convocatoria del BNG llegaba a entrañar un serio y grave problema para la fecunda convivencia de las gentes del más viejo país de Europa, es fácil imaginar el que conlleva el envite del partido acaso mejor organizado, más pujante y creativo de todo el Viejo Continente. En la ocasión hodierna, galvanizado por el formidable desafío representado por un HE Bildu descendido a la arena política con impulso genesíaco, su siempre todopoderosa máquina institucional se pondrá a tope, garantizando unos sufragios que, a su medida, no tendrán mucho que envidiar a los más espectaculares de las grandes democracias occidentales.

Del rey abajo, ningún ciudadano español dejará de seguir con suma atención el tormentoso recorrido de la campaña electoral de abril del 2024 en una de las autonomías más roborantes de la nación, que, una vez más pero quizás con una inusitada aspereza, se haya presta a disputar en máximos su enfrentamiento con el Estado en orden al logro de sus aspiraciones supremas en todas las materias en litigio, especialmente, en orden económico y organizativo. Enfrente de ello, la respuesta de aquel semeja más infirme de la que supuso en su momento la de Alianza Popular en el Finisterre peninsular. Pues, en primer término, no podrá olvidarse nunca la honda fractura padecida de tiempo atrás en el ahora poco robusto conservadurismo vasco, agrietado y sin liderazgo claro pese a la todavía sólida presencia de la admirable donostiarra Dª María San Gil y de Jaime Mayor Oreja, este más complacido y estimulante en su Capua madrileña...

Empero, con todo, el aún fuerte consolidamiento del PSOE vasco tal vez comparezca en tan pesaroso teatro como el descrito a manera de pieza decisiva para el freno de la pleamar independentista en el Euskadi de la inminente primavera de 2024. Aunque fisurado igualmente en elementos claves de su historia y actuación en la antigua tierra prometida, acaso elementos cruciales de su protagonismo, como el irrefrenable avance de una juventud imantada por el imperecedero mensaje de su credo en una tierra que tanto ha padecido del poder de una oligarquía insensible a sus deberes sociales, puedan alumbrar caminos de esperanza respecto al corto recorrido de las pretensiones autonomistas del Euskadi de Bildu y sus sectores afines. Es de todo punto lógico que la actual dirigencia psoísta haya interiorizado exactamente la gravedad del fracaso en los comicios galaicos y concentre energías, programas y campañas en asegurar el papel protagonístico que, de acuerdo a su pedigrí más genuino, desempeñó el «viejo PSOE» de Indalecio Prieto o, más cercano a nuestros días, el del muy honesto y respetado Ramón Rubial en la política vasca contemporánea. De ser fiel a tan peraltada herencia en la campaña política de los próximos meses, la gratitud del país a sus mujeres, hombres e ideas se ensanchará con beneficiosa repercusión para el futuro de una nación que, contra los augurios y vaticinios más oscuros, no ha renunciado a su idiosincrasia e historia más límpidas.

** Catedrático

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