Opinión | DESDE LA PERIFERIA

Morir de pie

Sánchez adelanta las elecciones generales para que su derrota no sea tan abultada y trágica

Desde avanzada la noche del 28M ya sabe que su mandato ha llegado a su fin, pero quiere morir con cierta dignidad política. Pedro Sánchez adelanta las elecciones generales para que su derrota no sea tan abultada y trágica como lo sería si agota su mandato hasta diciembre. Para que nos entendamos, es igual que si dos equipos de fútbol comienzan un partido y a los diez minutos uno de ellos ha encajado tres goles y, analizando lo que se le puede venir encima, decide o bien retirarse o bien acortar el partido para no encajar seis o siete goles más. Es lo que tiene la dignidad humana. Todos queremos llegar al final de nuestra vida con dignidad o al menos con cierta dignidad. Se lo escuchamos decir con frecuencia a muchos actores de cine y, sobre todo, de teatro, morir en el escenario. Tenemos hasta una expresión muy antigua que dice «morir con las botas puestas». Y luego está ya la que da título a este artículo que hoy os traigo, que es la muerte del que prefiere morir de pie a vivir arrodillado, que es como imagino que quiere morir políticamente Sánchez antes que ver el enorme batacazo que se puede llevar ante las urnas si espera hasta diciembre. Pero para que una muerte sea digna, no es estrictamente necesario que ocurra en la visibilidad, en el escenario delante de todos. También puede ocurrir en la invisibilidad. Juan Pablo II pensó, o pensaron otros por él, no lo sabemos muy bien, que debía morir frente a un público que fue observando progresivamente su deterioro físico y mental hasta tal punto que muchos llegamos a creer que aquello ya no formaba parte de lo digno, ni casi de lo mínimamente humano, sino de un mero espectáculo bochornoso televisivo que no teníamos ni siquiera derecho a presenciar y mucho menos el protagonista de padecer. Antonio Gala, por el contrario, nos ha dejado en la invisibilidad. Don Antonio, muy presumido él y dandy donde los hubiera, no ha consentido, sin embargo, convertirse en un esperpento humano delante de los demás, sino que prefirió retirarse elegantemente los últimos años de su vida a su convento del Corpus Christi, como si quisiera renacer, cual ave fénix, a esos años mozos en que quiso ser cartujo o quizás imitando al mismísimo Carlos V en su retirada al monasterio de Yuste, para allí llegar hasta el final de su vida en la más estricta intimidad. Y lo ha conseguido el autor de ‘El manuscrito carmesí’. Sánchez ha decidido que su muerte política ocurra de una forma, digamos, intermedia: ha elegido la visibilidad pero sin que lo veamos del todo deteriorado, para evitar así, estoy convencido, el escarnio de todos sus enemigos políticos.

Pedro Sánchez, con el anuncio del adelanto de las elecciones generales a julio, ha preparado sabia e inteligentemente las piezas del tablero de ajedrez para que Feijóo le aseste un jaque mate menos doloroso. Algunos calificarán la acción incluso de valiente. García-Page debe estar contentísimo por ello, dadas las desavenencias públicas con Sánchez cuando éste, entre algún que otro despropósito, decidió que para mantener el trono podía ejecutar el maquiavélico movimiento de pactar con Bildu, es decir, que «París bien valía una misa». El verso suelto del PSOE se va a quedar más solo que la una, aunque es probable que saque algún rédito político. Sánchez perderá las elecciones generales, pero siempre podrá decir que por una mínima diferencia, mucho menor que si aguanta hasta diciembre. Todos sabemos que seis meses entre unas elecciones y otras sólo consiguen más votos para el partido que ha ganado mayoritariamente en las primeras. ¿Habrá pensado quizás que los andaluces, que lo hemos abandonado casi del todo, estaremos en la playa y así fuera de lugar donde podemos ejercer el voto?

*Profesor de Filosofía

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