Opinión | hoy

Suma y sigue

«Una puñalada, un tiro, una paliza... ¡Qué más da! La realidad es que no volverá a florecer para mí el azahar»

Lo siento; han vuelto a asesinarme. Lo siento, porque por nada de este mundo quería yo estropearos la Semana Santa y vuestras merecidas vacaciones. Mira que le rogué a mi asesino que no lo hiciese en estas fechas, que esperase a que pasaran, o mejor: que se adelantase. Pero ni en eso ha querido hacerme caso. Una puñalada, un tiro, una paliza... ¡Qué más da! La realidad es que no volverá a florecer para mí el azahar, que ya no se me abrirá en rosas otro mayo. La realidad es que ya no tengo vida, que no podré soñar en enamorarme, ni tener hijos y verlos florecer. Entonces yo era una mujer y ahora sólo soy un silencio para siempre, porque mi adiós definitivo es ya tan cotidiano, que he tenido que buscar y buscar mi asesinato en las noticias, para cerciorarme de que estoy asesinada. Está visto que no tiene interés y me he quedado sola. Por eso, no quiero molestaros con mi muerte. Estoy acostumbrada a ella y vosotros parece que también. No os preocupéis por mí; no penséis en otra manifestación ni en otro proyecto de ley ni en otra campaña electoral, porque volveré a morir mañana o cualquier otro día, un domingo por la tarde o cuando cada cual y todos celebráis una fiesta. Y volveré a denunciar y volveré a ser asesinada por denunciar, o tal vez por no hacerlo, o tal vez por pensarlo, ¡qué más da! Yo ya me he ido a vivir al mundo del silencio. Y ese puñal, esa mano, ese asesino seguirán en este mundo, dispuestos a otra víctima, dispuestos a poseer otra sangre, otra violencia, otro silencio. Esta vez siento mucho estropearos la procesión o el paseo por la playa, o simplemente la dicha de estar vivos y soñar. Lo siento mucho. Tendría que haberle dicho a mi asesino que me matase en uno de esos días en que no hay otro suceso más importante, o antes de un puente, o después de unos días de vacaciones. Pero no importa. Vuelvo a ponerme en la fila para volver a ser asesinada, asesinada por capricho, porque a ése le ha dado por no dejarme vivir, por no gustarle mi manera de ser en mi sonrisa o en mi vestido. No guardéis las pancartas para la manifestación, ni los gritos con esas frases hechas. Pronto volverán a asesinarme. Suma y sigue. Sólo siento que esta vez haya sido en la Semana Santa. Al menos os rogaría una ley para ser asesinada sin molestar a nadie.

*Escritor

Suscríbete para seguir leyendo