Opinión | GUADALQUIVIR

Pasión

Será la palabra que más oiremos los próximos días. La Pasión del Señor y la pasión que muchas personas ponen en las acciones de su vida. Reconocemos, fácilmente, a aquellos compatriotas que ponen en su trabajo diario un sentido solidario, comunitario de su actividad, por el ritmo y pasión que imprimen en su trabajo, en sus relaciones con el prójimo, en un compromiso social que va mucho más allá del deber cumplido. La pasión se pone cuando se tienen las convicciones muy claras. Nadie puede esperar nada de quienes su trayectoria vital fue al margen del conjunto de la sociedad. La pasión está por encima del arte, de los dones naturales y de las oportunidades que nos regala la vida. Sin pasión, difícilmente, puede ser creíble la vida pública.

Nos rendimos ante jóvenes historiadores e investigadores que durante los últimos cuatro años han dedicado gran parte de su tiempo a escribir el libro ‘La Pasión según Palma del Río’. Un relato de la historia de las hermandades y cofradías de Pasión desde el siglo XV hasta nuestros días. Más de quinientas páginas, abriendo nuevas perspectivas al conocimiento y al rigor científico. Un homenaje a los cofrades y a las cofradas en la Edad Media, a los soñadores de estaciones de penitencia de los siglos XVI y XVII, a los ilustrados que reflexionaron sobre la deriva de aquellas manifestaciones religiosas del siglo XVIII y a quienes durante la Edad Contemporánea se han reinventado en estética, unidad eclesial y pureza de acciones.

Un legado, que todas las primaveras volvemos a escenificar por templos, calles y plazas. Y siempre conmueve tanta pasión de nazarenos, costaleros, vestidores, acólitos, incienso y música para nuestros oídos. Volverán las marchas que musitamos con los labios, ‘La Madrugá’, ‘Amargura’, ‘A ti Nazareno’, ‘Caridad del Guadalquivir’, ‘Costalero’, ‘La Saeta’... y en esos sones habrá pasión infinita de horas de ensayo, de noches frías por sierras y llanos, por las orillas de los ríos cordobeses y las calles entornadas de penumbras. Gente con pasión, en la banda y en la cuadrilla de costaleros metiendo cintura, arrimando esfuerzo en la trabajadera y rezando con fe a unas imágenes y devociones antiguas. Pensaremos por qué y para qué, e igual no conseguimos respuesta si no es desde una sólida pasión que forma parte del alma de un pueblo. Felices pascuas, nos vemos en abril.

** Historiador y periodista

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