Opinión | ENTRE VISILLOS

Milagros de precampaña

Anuncios en cascada diseñan una Córdoba con múltiples proyectos desatascados

Ahora que llega la Semana Santa y que Córdoba volverá a llenarse de turistas --de los reales y puede que hasta virtuales, si prospera el nuevo invento digital de la web 3.0 y su metaverso--, nos enteramos en un chorreo medido de buenas noticias de que el Ayuntamiento va a acometer proyectos largamente esperados, y demandados, que dejarán la ciudad de dulce. Hombre, mejor sería que lo hubieran hecho antes, y así la inminente hornada de visitantes, y luego la más gorda de mayo, se llevarían recogido en las fotos de sus móviles el lavado de cara ya ejecutado. Pero, en fin, más vale tarde que nunca. Es lo que tienen las elecciones cuando se acercan, que a las instituciones se les acelera el pulso y empiezan a prometer a ritmo de infarto. Y no es que este frenesí anunciador de mejoras sea malo ni bueno; es lo que es, una práctica tan habitual como obvia para granjearse el favor del votante, que a estas alturas de la película se deja querer sin más y, como soñar no cuesta dinero, se llena de esperanzas con el paraíso prometido. Es un ejercicio político más de los muchos que se llevan a cabo en democracia y lo hacen todos los partidos desde todas las administraciones, nadie tendría que escandalizarse por ello. Lo que sí debería escandalizar es que las promesas quedaran en palabrería de campaña --aunque a decir verdad ya todo el tiempo es campaña-- y que nadie pidiera cuentas a quienes juegan con la confianza del ciudadano.

Pero tampoco hay que ponerse en lo peor. No sería justo identificar, por ejemplo, el anuncio de deseadas reformas en infraestructuras y monumentos, por muy estratégicas que sean las fechas escogidas para hacerlo, con brindis al sol. De hecho, volviendo a los proyectos municipales, alguno de ellos está siendo ya abordado. Así, el otro día el teniente alcalde de Urbanismo, Salvador Fuentes --el hombre de moda, en quien todos los caminos consistoriales parecen converger y eso sin aspirar a alcalde--, avisó de que estaban al caer los obreros por La Corredera para arreglar por fin sus desperfectos y así ocurrió el pasado lunes. Una actuación «de urgencia» limpiará las huellas dejadas por los gamberros que tanto afean columnas y soportales de la singular plaza. 30.000 euros de presupuesto inicial para tapar grafitis vandálicos --y descuidos de uso por parte de bares y comerciantes-- que podrían haber sido muchos más si los técnicos no dan con una solución económica: una pintura de silicato más barata que el estucado actual, de la que cabe esperar que no altere la estética de este Bien de Interés Cultural profundamente enraizado en el devenir de la historia cordobesa. Lo que sí tendrá que esperar es la reposición de las luminarias diseñadas por Juan Cuenca, ahora sustituidas por otras que en nada se le parecen para disgusto de muchos, incluidos quienes las criticaron por «raras y fuera de lugar» desde el primer momento.

También está la Gerencia Municipal de Urbanismo detrás de otras dos importantes nuevas para nuestro patrimonio artístico, en concreto para la noria de La Albolafia y el Templo Romano. Sobre la primera, símbolo tan destacado de la ciudad que aparece en su escudo, ha dicho el alcalde, José María Bellido, que se la devolverá a la vida que recuperó brevemente en los años noventa una vez desbrozados de maleza los Sotos que la rodean, que era otra gran asignatura pendiente. En cuanto al proyecto de rehabilitación del Templo Romano, sale de nuevo a licitación, y ojalá se sacuda de una vez por todas el mal fario que lo acompaña. Si todo esto ocurre, más la inauguración tras dos décadas de espera de la Biblioteca de los Patos --otro asunto gafado, en este caso del Gobierno y la Junta--, habrá que agradecer el milagro a la proximidad de las elecciones.

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