Opinión | ECONOMÍA CON TOQUE

La derecha, la izquierda: la nada

En las sociedades europeas actuales, las palabras derechas e izquierdas son anacrónicas y han perdido todo el sentido

El artículo de comienzos de año fue una crítica absoluta al comportamiento político y gestor de una actual ministra del Gobierno, que como ya dejé patente, me parece un desastre. Pues bien, la máxima reflexión que algunas personas extrajeron fue que soy votante de Vox. Si se critica al actual Gobierno, los autodenominados como «de izquierdas» es a lo que llegan, porque claro los celestiales dirigentes políticos actuales lo hacen todo tan bien que no cabe crítica. Realmente no tengo ninguna ideología política ni soy de ningún partido, aunque sé que en el ambiente actual eso es difícil de creer, al estar dominado por el fanatismo. En lo único que creo firmemente es en la libertad del individuo por encima de todo y en la ley para garantizar esa libertad, que obviamente ha de tener límites y conllevar responsabilidades. Como buena descreída, critico a unos y otros dependiendo de lo que hagan, igual que voto a unos u otros dependiendo de lo que crea que es mejor para mí como ciudadana. Esto ha hecho que jamás haya estado afiliada a ningún partido político, que jamás me haya identificado con ninguna sigla política y que haya votado alguna vez al PSOE, PP, Ciudadanos e incluso a una confluencia surgida del activismo civil, y todo ello sin despeinarme, oye.

Para mí, en las sociedades europeas actuales, las palabras derechas e izquierdas son anacrónicas y han perdido todo el sentido. Los partidos políticos están formados por personas y son tan buenos para los ciudadanos como las personas que los conforman, no como lo que tradicionalmente significan o se asocia con sus siglas. Es incierto que todas las personas que dirigen y conforman la actual cúpula del PSOE sean de izquierdas, como es incierto que las que conforman el PP sean de derechas; de hecho, ambos partidos son socialdemócratas con ideas similares. En la actualidad, tanto la denominada izquierda como la derecha creen y abogan por el intervencionismo del Estado, según ellos como modo de garantizar el Estado del bienestar, según yo como modo de hacerse imprescindibles e ir aumentando paulatinamente su poder. Por cierto, es totalmente incierto que el PP sea un partido liberal, apoya y le interesa el colectivismo y apela a él de forma similar al PSOE. Igualmente, izquierda y derecha amparan la distribución de la renta y los servicios públicos, ya que si no no habría Estado del bienestar, de hecho el primero es uno de sus pilares y el segundo es el que permite continuos chantajes a la sociedad para justificar los impuestos que, al final, no se dirigen a financiar servicios públicos de calidad sino a crear redes que garanticen su poder. Ambas defienden la laicidad del Estado y ambas son conservadoras, en el sentido de no querer perder sus privilegios como políticos y, por ello, no hacer las reformas ni políticas ni económicas que realmente necesita este país. De hecho, ambas están de acuerdo con las imperfecciones democráticas que son parte del sistema que les permite ese poder. De ahí que no avancemos económicamente.

En el otro lado estamos los votantes, es decir, los ciudadanos. Los tienes que orgullosos se autodenominan como «de izquierdas», como si eso los definiera como buenas personas ‘per se’ o significara algo más allá que la defensa a ultranza de partidos políticos; y los hay que se definen como «de derechas» normalmente con la coletilla de que no les gusta en lo que se ha convertido la izquierda y que utilizan como justificación para votar a otros partidos políticos. Mención destacada se merecen los ricos-pobres de izquierdas, que pueden conformar un subgénero en sí mismo: gente con dinero y sus correspondientes chaletazos, cochazos, niños en colegios/universidades y sanidad privadas, que ahora resulta que son los que defienden más férreamente a la clase trabajadora (sin que sepamos hasta qué nivel de renta entra en ese saco). Estos te dicen ¿es que la gente de izquierdas no tiene derecho a vivir bien? Sí, mientras no se dediquen a dar charlas moralinas sobre lo que los demás han de hacer pero que ellos no hacen.

Al final, lo de izquierda y derecha sirve para que tanto los primeros como los segundos defiendan votar a sus partidos políticos hagan lo que hagan, sin capacidad de raciocinio ni reflexión. De hecho, PSOE y Podemos, a los que hago mención porque son los que están en el poder actualmente, siguen teniendo votantes después de hacer cosas tan buenas como pactar con Bildu, apoyar a Marruecos contra la libertad de prensa, eliminar la sedición, reducir las penas por malversación de dinero público o la famosa ley del «solo sí es sí». Por cierto, me la han llegado a defender. Después de más de 200 penas rebajadas, me han llegado a decir que el fondo de la ley es bueno y que ha sido un error sin pretenderlo. ¿Estamos de broma? El fondo de la ley es el mismo que había en la legislación previa y solo se queda en publicidad cuando haces lo contrario de lo que dices defender. La verdad es que no consigo entender a la gente de izquierdas ni de derechas al transformarse en gente que realmente son del PSOE, PP, Podemos, Ciudadanos o Vox, todas siglas que son meros contenedores, carentes de contenido.

*Profesora de Economía de la Universidad de Córdoba

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