Diario Córdoba

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Jose Manuel CuencaToribio

Historia en el tiempo

José Manuel Cuenca Toribio

Del declive a la derrota más total

El uso de Vd. ha experimentado una deriva en los dos últimos decenios

Esa ha sido, en efecto, la deriva experimentada en los dos últimos decenios por el uso del pronombre Vd. La marcha pausada, pero irrefrenable de su decadencia desemboca hodierno en el desastre completo. Ya casi solo en lo libros podemos encontrarnos con su civilizada y gratificante presencia. Valga como ilustrativa introducción una anécdota ocurrida al anciano cronista en una clínica odontológica de bien merecida reputación en la hermosa ciudad en que habita. Ante la agradable desenvoltura del comportamiento de una de las Srtas. encargadas de la gestión de la clínica con un paciente ya entrado en muchos años, el director del afamado establecimiento realizó un encendido elogio del enfermo en cuestión. Conforme era previsible, la aludida gestora no modificó el tratamiento pronominal avanzado ya el decurso de la conversación. Sin demora, el mencionado directivo se daba a los diablos en el escolio ulterior de la actitud en nada despreciativa sino inercial de la referida joven, a la que el «usted» y no digamos «el Don» semejaban sin duda antiguallas de un tiempo definitivamente anclado ya en las simas más hondas de un denostado pasado.

Triunfo sin duda absoluto de la tenaz y bien dirigida campaña de numerosos de los líderes más acreditados de una de las dos más importantes agrupaciones políticas que, felizmente con el respaldo de la inmensa mayoría del pueblo español, restablecieron la democracia ha tres generaciones. Su muy plausible defensa de la igualdad como uno de los principios rectores de la nueva convivencia se extendió a un ámbito como el del lenguaje sideralmente alejado de opciones e ideales políticos. En naciones europeas de mayor pedigrí democrático en el Novecientos dicho pronombre nunca dejó de utilizarse y en la susomentada centuria su empleo fue universal en las mismas elites españolas. Miles de episodios y lances de su existencia cultural y social lo acendran así. Ni en los más encopetados congresos del PSOE D. Julián Besteiro dejó de dirigirse a sus camaradas sin los pronombres «usted» y «ustedes». Y uno de los grandes autores preferidos en su última etapa, el muy genial Xenius, aspiraba a morirse en los brazos de un amigo que le hablara de usted...

Otros tiempos; otras costumbres. Sin la menor duda, por supuesto. Mas, ¿qué razón hay para privar a los miembros ancianos de nuestra colectividad de la riqueza y nobleza gramatical que acunaron su nacimiento y le otorgaron leal compañía a los largo de una andadura por entero respetable y, en no pocos casos, venerable? Decida el lector.

*Catedrático

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