Opinión | GUADALQUIVIR
Reencuentros
En verano tienen lugar encuentros muy deseados de paisanos que, por múltiples razones, tuvieron que trasladar su residencia a otros lugares de España. Las vacaciones durante unos días en el pueblo suponen una recuperación emocional de la infancia y juventud, y una agradable sorpresa con el paisaje local. Quizás, son los más sinceros en sus apreciaciones sobre el estado del pueblo. A veces, hemos sido muy injustos con ellos, pues diera la sensación que vienen a cobrarse una deuda de ingratitud.
Nuestros turistas ocasionales sienten el aroma de unos churros bien fritos, de chorizos y morcillas bien aliñadas, del aroma de un buen aceite de oliva, de hortalizas y frutas frescas y jugosas y de pucheros maternos que despiden el más rico olor y sabor. Es innegable que el paladar lo desarrollan con sorprendente habilidad, pero al mismo tiempo, la fina observación.
Aprecian los esfuerzos realizados en mejorar el territorio urbano. Cómo aquellas abandonadas calles y plazas ahora relucen espaciosas, cómodas, iluminadas, cubiertas de servicios públicos donde sobresalen casas nuevas, de dos plantas, elegantes y de buen ver y mejor vivir. Que parques y jardines han florecido en rincones abandonados, que han proliferado instalaciones deportivas muy diversas por doquier, y otros medios que contribuyen a mejorar la calidad de vida.
Con enorme alegría comprueban los cambios operados en aquellos viejos colegios de la infancia, y se congratulan de los nuevos centros con sus pistas deportivas que de día usan los escolares y de noche los grupos de mayores en sus actividades de mantenimiento físico o danzas y bailes para gozar de una madurez activa.
Pero, de las cosas que más les llaman la atención es el excelente estado de un patrimonio histórico, artístico, que en su juventud eran ruinas infames, y hoy son el orgullo del pueblo. Les emociona la rehabilitación de edificios históricos reconvertidos para una función cultural, social, museística, religiosa, o sencillamente, la belleza de contemplar aquellos hitos cargados de historias y leyendas, ahora espacios restaurados, conservados y mejorados en luz, color, fuentes, jardines, vida. Y se cumple la aseveración. Tienen que venir de fuera para valorar la realidad de nuestros pueblos. Sinceramente, gracias.
*Historiador y periodista
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