Diario Córdoba

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Ana Castro

el cuerpo en guerra

Ana Castro

Ardemos

Nuestro territorio asolado, incendios y más incendios que arrasan nuestros bosques y parques naturales (190.000 hectáreas en lo que va de año), acaban con la vida de nuestra flora y fauna y con la de nuestros habitantes. Olas y más olas de calor encadenadas. Trabajadores que fallecen víctimas de estas altas temperaturas (Sanidad estima que esta ola de calor nos deja más de 1.000 muertos). Personas en celdas axfisiantes en centros penitenciarios hechos de hormigón donde las temperaturas son aún más elevadas. Largas horas en casa de ventanas y persianas bajadas y ventiladores encendidos en aquellos hogares que pueden permitírselo. Días de ducha va, ducha viene. Hace demasiado calor hasta para el amor.

Los expertos dicen que el verano dura ahora 40 días más y que esto solo es el principio de lo que comienza: lluvias torrenciales, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas... Esta situación de sequía y altas temperaturas que lleva sufriendo el Sur, continentes como África, parece que se nos está echando encima. Hemos explotado el planeta al máximo y... Toca pagar las consecuencias. Se ha alterado el clima completamente. ¿Quién duda ahora del cambio climático? El ecologismo lleva años levantando la mano, pidiendo y exponiendo soluciones y... nada. ¿Acaso es creíble el cumplimiento de la Agenda 2030? ¿Llegará un momento en el que vivamos en Occidente el racionamiento del agua? ¿Se convertirá en un lujo del pasado abrir el grifo y que caiga agua sin preocupaciones? Cada vez estoy más convencida de que sí.

Décadas y décadas diciéndonos que todos somos parte del problema, rogándonos colaboración y esfuerzo, que no gastemos agua de más, que reciclemos, que usemos el transporte público, que reduzcamos el uso de plásticos..... Que seamos responsables. Y no, no todos tenemos la misma responsabilidad, al igual que no sufrimos las consecuencias de igual manera. Las élites económicas de las grandes corporaciones han sido, con su búsqueda atroz de beneficios, los principales agentes que han contribuido al actual estado de emergencia climática y, paradójicamente, son a los que menos les afecta, porque tienen recursos de sobra para afrontar esta situación (mientras siguen embolsándose beneficios). Y la guerra en Ucrania ha puesto aún más difícil la toma de medidas por parte de los gobiernos para luchar por una economía más sostenible.

El insistente capitalismo salvaje, un incendio sin control.

* Escritora y periodista

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