Aparece asesinada una mujer en el barrio de San José de Zaragoza. Muere una mujer tras recibir una terrible paliza en Málaga. Una mujer es agredida sexualmente cuando regresaba a su casa. Otra mujer... ¿Cuántas mujeres tienen que morir asesinadas, ser violadas, víctimas de palizas y abusos reiterados o simplemente ignoradas por el hecho de ser mujeres para que unos y otros acepten que la mujer muere por ser mujer? Lo ignoro, porque una sola ya es muchas, para además tener que soportar que nos sometan a pueriles juegos de palabras que buscan negar que la violencia que sufren las mujeres a manos de los hombres tiene unas particularidades que deben ser atendidas y entendidas desde una perspectiva de género, al ser el género masculino el que ejerce una violencia machista sobre la mujer por considerarla de su propiedad, un ser inferior o por valorar que valen lo que vale su cuerpo siempre que ellos pueden decidir sobre él.
Es simplemente repugnante escuchar a determinados representantes políticos negar la violencia machista por considerar que es un logro del feminismo, que lo es, gracias al cual en años de lucha y sin violencia se consiguió educar a la sociedad hasta conseguir un amplio consenso político que reconocía la violencia de género como una lacra social, debido a la cual se asesinaba a mujeres por su condición de mujeres. Pero como decía Simone de Beauvoir «nada que alcancen las mujeres será para siempre. Basta una crisis política, económica o social para que sus derechos sean cuestionados», porque quedan muchos dispuestos a no ceder ni un ápice en sus valores jerárquicos y en rancios y vacíos discursos señalan que tal o cual comunidad será maternal y una se pregunta qué ha querido decir con eso y qué tiene que ver lo maternal con la violencia machista, cuando lo maternal es un concepto que abarca un sentimiento y la violencia machista es una actitud que destruye y asesina a las mujeres.
Resulta inadmisible que las casas, sus casas, se conviertan en cárceles para las mujeres que durante años son víctimas de la violencia machista; resulta inadmisible que las calles, las de todos, sean trampas mortales para las mujeres que sufren acoso y violación; resulta inadmisible que las familias, por incultura, mal entendida tradición o miedo, permitan que se abuse y mate a las mujeres. Resulta desalentador que determinadas formaciones políticas vuelvan a querer negociar sus votos negando una realidad atroz que asesina a las mujeres, buscando de este modo ocasionar una brutal confusión, donde la realidad a la que pueden aspirar las mujeres es de nombre maternal y de apellido pilar de una sociedad que las quiere por ser madres, no mujeres.
** Periodista y escritora