Diario Córdoba

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Ángela Labordeta

EL TRIÁNGULO

Ángela Labordeta

Otra mujer

Aparece asesinada una mujer en el barrio de San José de Zaragoza. Muere una mujer tras recibir una terrible paliza en Málaga. Una mujer es agredida sexualmente cuando regresaba a su casa. Otra mujer... ¿Cuántas mujeres tienen que morir asesinadas, ser violadas, víctimas de palizas y abusos reiterados o simplemente ignoradas por el hecho de ser mujeres para que unos y otros acepten que la mujer muere por ser mujer? Lo ignoro, porque una sola ya es muchas, para además tener que soportar que nos sometan a pueriles juegos de palabras que buscan negar que la violencia que sufren las mujeres a manos de los hombres tiene unas particularidades que deben ser atendidas y entendidas desde una perspectiva de género, al ser el género masculino el que ejerce una violencia machista sobre la mujer por considerarla de su propiedad, un ser inferior o por valorar que valen lo que vale su cuerpo siempre que ellos pueden decidir sobre él.

Es simplemente repugnante escuchar a determinados representantes políticos negar la violencia machista por considerar que es un logro del feminismo, que lo es, gracias al cual en años de lucha y sin violencia se consiguió educar a la sociedad hasta conseguir un amplio consenso político que reconocía la violencia de género como una lacra social, debido a la cual se asesinaba a mujeres por su condición de mujeres. Pero como decía Simone de Beauvoir «nada que alcancen las mujeres será para siempre. Basta una crisis política, económica o social para que sus derechos sean cuestionados», porque quedan muchos dispuestos a no ceder ni un ápice en sus valores jerárquicos y en rancios y vacíos discursos señalan que tal o cual comunidad será maternal y una se pregunta qué ha querido decir con eso y qué tiene que ver lo maternal con la violencia machista, cuando lo maternal es un concepto que abarca un sentimiento y la violencia machista es una actitud que destruye y asesina a las mujeres.

Resulta inadmisible que las casas, sus casas, se conviertan en cárceles para las mujeres que durante años son víctimas de la violencia machista; resulta inadmisible que las calles, las de todos, sean trampas mortales para las mujeres que sufren acoso y violación; resulta inadmisible que las familias, por incultura, mal entendida tradición o miedo, permitan que se abuse y mate a las mujeres. Resulta desalentador que determinadas formaciones políticas vuelvan a querer negociar sus votos negando una realidad atroz que asesina a las mujeres, buscando de este modo ocasionar una brutal confusión, donde la realidad a la que pueden aspirar las mujeres es de nombre maternal y de apellido pilar de una sociedad que las quiere por ser madres, no mujeres.

** Periodista y escritora

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