Diario Córdoba

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Alfonso Muñoz Cuenca

COLABORACIÓN

Alfonso Muñoz Cuenca

Quiénes son y a qué han venido

Reconozco que mi partido cometió errores, de hecho, eso precisamente, es lo que nos desalojó de San Telmo, lo que penalizaron los andaluces, lo que nos obligó a reflexionar, lo que provocó un cambio en la dirección del partido regional. Un golpe de timón que representa Juan Espadas, un hombre forjado en el cuerpo a cuerpo con los ciudadanos, solvente gestor de un importante Ayuntamiento, con un perfil y un trato amable y cercano y con un planteamiento y modelo de partido adaptado a los nuevos retos que necesita Andalucía. Un compañero al que impulsé y al que sigo, por sus principios ideológicos y su determinación.

Sin embargo, no me preocupa el interior del partido, sino el horizonte al que nos enfrentamos. Observo con preocupación como la extrema derecha sigue aumentando en intención de voto a pesar de su discurso antisistema y aunque presenten a un auténtico desconocido como es el caso del recién nombrado Vicepresidente de Castilla y León, capaz de decir -en su toma de investidura- barbaridades como que quieren acabar con el estado de las autonomías contemplado en nuestra Carta Magna, y que supone un atentado en toda regla a la arquitectura constitucional que los españoles sellamos hace más de cuarenta años.

Hasta ahora no ha dado resultado la estrategia de ignorar sus discursos, menospreciar sus acciones o despreciar sus opiniones, porque eso no ha impedido el crecimiento de esta fuerza política.

Un partido político que viene a demoler nuestro Estado del Bienestar, porque no ha apoyado ninguna de las medidas que lo consolidan, como el aumento de las pensiones en función del IPC, ayudas a los más vulnerables como el Ingreso Mínimo Vital o el refuerzo de las plantillas del personal público.

Un partido político que desprecia la igualdad de género, que cree en la supremacía masculina y que quiere condenar a la mujer al lugar oscuro que ocupó en épocas pasadas.

Un partido político que pretende derogar leyes que permiten a las personas decidir sobre su cuerpo y sentimientos, como la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo o la eutanasia.

Un partido político racista y xenófobo, que quiere levantar muros y barreras, que no le importa que las personas mueran en una guerra injusta en su país o desaparezcan en el mar por el hundimiento de una patera, antes de poder ser acogidos en nuestro país.

Un partido político que no acepta los derechos de los trabajadores, los sueldos dignos, los descansos o las vacaciones, que le gustaría que los trabajadores siguiéramos siendo esclavos a las órdenes y antojos de un amo o señor feudal.

Y ya va siendo hora que digamos alto y claro, sin cortarnos un pelo, quiénes son y a qué han venido.

Entiendo que los andaluces se hayan podido sentir decepcionados con nuestro partido en algún momento, pero hemos aprendido la lección, nos hemos reseteado, sin embargo las amenazas actuales a las que nos enfrentamos son muy graves y requieren una profunda reflexión, requieren elegir entre un modelo de país que avance -con sus imperfecciones- y proteja a sus ciudadanos o un país en blanco y negro en el que tan sólo tendrán derechos aquellos que puedan pagárselos o sean de alta cuna, por eso espero que los andaluces -tras lo sucedido en Castilla y León y el claudicar de Feijóo blanqueando y aceptando los dogmas de VOX en su gobierno- recapaciten, reflexionen y piensen si quieren avanzar o quieren retroceder.

** Senador del PSOE

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