Diario Córdoba

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PASO A PASO

Francisco Dancausa

Desahucios

Hace ya muchos años que un servidor firmó su primera hipoteca. Eran los tiempos dorados de los intereses bancarios. Éramos jóvenes, teníamos mucha ilusión, mucha esperanza en el futuro, mucha hipoteca y pocos metros de apartamento. Y un punto de inocencia con respecto a ese juego peligroso de comprometerte con tu firma, tus escuetos bienes y tu futuro económico con una entidad que se dedica entre otras cosas a comerciar con dinero fundamentalmente. Casi nadie firma una hipoteca pensando que no la va a pagar, sobre todo porque las circunstancias ajenas a la voluntad de los pagadores les imposibiliten el pago. Pero por desgracia, esta situación se produce en demasiadas ocasiones. Y en muchos casos aquella pareja joven que firmó la hipoteca con toda la ilusión del mundo ya forma una familia con hijos; aquellos trabajos que parecían estables acaban en la cola del paro; aquella simpatía y facilidades comerciales de los vendedores de dinero ahora son indiferencia; y ese hogar, con sus muebles, recuerdos y halo familiar ahora pertenecen al proceso impersonal de un desahucio. Gracias a Dios, no fue mi caso, pero si el de una familia con hijos de corta edad que vivía en el bloque de al lado. No los conocía, pues como suele suceder en las ciudades cada uno hacemos nuestra vida, pero un día muy temprano al ir a trabajar los vi con sus muebles, sus maletas, sus hijos, su vida en la acera de la calle. Todos supimos, en clave de crónica vecinal de la injusticia, que se habían quedado en el paro y los habían desahuciado. En el subconsciente colectivo clavado como un arpón la certeza de que aquella estampa, si así el destino lo disponía, la podíamos encarnar cualquiera de nosotros. Han pasado muchos años, pero a día de hoy en Córdoba se registra un desahucio de media diario. Hay cosas que no cambian: el interés y el desinteres.

 ** Mediador y coach

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