Imagine que cada día una pareja de personas mayores llega a un restaurante, se sienta, pide un agua con gas y ocupa una mesa durante horas, sin hacer más gasto. Ellos se lo merecen, han trabajado duro toda su vida. Pero desde el punto de vista del negocio son muy malos clientes, ya que no dejan dinero.

Carlos San Juán, jubilado de 78 años, ha logrado recoger miles de firmas digitales para protestar por el trato que da la banca a sus clientes mayores. Y ha logrado llamar la atención del Gobierno y del Banco de España. La gran pregunta que se debe poner encima de la mesa es la siguiente: ¿puede existir la banca del siglo XXI con clientes del siglo XX? Una pregunta que sirve para la propia administración pública, sin ir más lejos.

En España, la crisis financiera obligó a dedicar miles de millones de euros al saneamiento de su sector bancario, mal gestionado. Además, se diseñó un proceso de concentración de entidades que ha erosionado la competencia en muchas provincias. La exclusión financiera del mundo rural se viene produciendo desde hace años: no es rentable mantener oficinas abiertas en pueblos pequeños. Tampoco lo es mantener una clientela conservadora que no invierte su dinero. Pero esto nadie lo ha explicado.

Se habla mucho de los tipos negativos, pero no de sus consecuencias. La primera ha sido inundar de liquidez el mercado: más vale invertir que dejar el dinero quieto en el banco. Ha servido para alimentar la recuperación, eso pretendía. Otra consecuencia, más indeseada, es que hoy por hoy a la banca tener pasivo inmóvil, es decir, guardar el dinero de sus clientes, no le resulta rentable. Miles de ciudadanos creen que tener 100.000 euros ahorrados les convierte en buenos clientes. Todo lo contrario: a la banca le cuesta dinero custodiar esos fondos, y también le cuesta dinero prestar los servicios de menudeo (pagar recibos, ver libretas) que son los que aún demandan muchos ciudadanos, jóvenes y mayores. La banca digital no es para todo el mundo.

Acuciada por la rentabilidad, amenazada por las FinTech y otros modelos más modernos que están captando a los clientes más rentables, la banca debe seguir ganando dinero para pagar a sus empleados, retribuir a los accionistas y pagar impuestos. Los clientes se quejan de las comisiones, del cierre de oficinas, de las pocas horas de atención presencial. Es un dilema incómodo. España cuenta con un Consejo Consultivo para la Transformación Digital desde octubre de 2020. ¿Alguien lo sabía?

** Economista @Ebpal