Sacerdotes, letrados, y pastores 

Entre los personajes que aparecen en los evangelios de la infancia podemos citar al ala eclesiástica de la época (los sacerdotes) y de la cultura teológica del momento (los letrados). Estos pasaron a Herodes toda la información para llegar a Jesús, pero, acomodados e instalados en su saber y posición social, no sintieron el más mínimo interés por acudir hasta él: «Herodes... convocó a todos los sumos sacerdotes y letrados del pueblo y les pidió información sobre dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: en Belén de Judá, así lo escribió el profeta» (Mt 2,3-4).

El evangelio de Mateo no sabe nada de los pastores que aparecen en el relato de Lucas con un destacado protagonismo, pues es a ellos a quienes se anuncia el nacimiento del niño. Los pastores pertenecían en tiempos de Jesús a las clases marginadas del país, equiparados a recaudadores y publicanos, ladrones por obligación y profesión. Los pastores, por ser considerados embusteros, no podían hacer de testigos en los juicios ni cobraban salario por su trabajo; recibían la manutención a cambio y tenían obligación de reponer las pérdidas de ganados a sus amos. El modo concreto de hacerlo era el robo de ovejas a otros pastores. Sorprende que, en el relato del evangelio de Lucas, el nacimiento de Jesús se anuncie a esa clase de individuos, tanto como que, en el evangelio de Mateo, sean los magos los primeros que acudan a Jesús. En el caso de los pastores, se trata de gente marginada dentro de la religión de Israel; en el de los magos, paganos de otro país, con una profesión vituperada en la Biblia. 

La matanza de los inocentes.

El evangelio de Mateo describe la matanza de los niños menores de dos años que habitan en Belén (Mt 2,16). El texto, al utilizar la expresión «todos los niños de Belén y de todo su término» (Mt 2,16), insinúa una masacre amplia, pero atendiendo a la población de Belén durante la época herodiana, de haber sido un hecho histórico, el número de niños asesinados no pudo ser elevado.

Y aunque el historiador judío Flavio Josefo documenta los últimos años del rey Herodes destacando su brutalidad, llama la atención el hecho de que no mencione para nada la matanza de los niños inocentes de Belén. Por otra parte, esta historia está contaminada de otra que aparece en el libro del Éxodo (2,1-10) que refiere la muerte de los niños hebreos ordenada por el faraón (Ex 1,8-22), de la que se libra Moisés (Ex 2,1- 10), como en el relato de Mateo se salva Jesús. De este modo, el evangelista pone en paralelo la vida de Jesús y la de Moisés. Para Mateo, Jesús es el nuevo Moisés.

Es cierto que no está documentada históricamente la matanza de los inocentes; pero sí sabemos que Herodes llevó a cabo asesinatos masivos para conservar el trono. Herodes, denominado el Grande, era famoso por las magníficas construcciones que hizo levantar en todo el país con la finalidad de ganarse el favor de los judíos, pues no era judío, o para refugiarse en caso de ser perseguido por estos, como dan testimonio las impresionantes fortalezas que se hizo construir en lugares inaccesibles como el Herodium, Massada o Maqueronte, entre otras. Pero alcanzó fama también por su crueldad como refiere el historiador judío Flavio Josefo: Herodes mandó matar a su yerno, ahogado; asesinó a sus hijos Aristóbulo y Alejandro y estranguló a una de sus mujeres, Mariamme. Cinco días antes de morir ordenó que acabaran con la vida de su hijo mayor, Antípatro, y dio orden de hacer perecer, después de su muerte, a todos los “notables” de Jericó para que hubiera lágrimas en sus funerales. Cuando los fariseos predijeron que Herodes sería depuesto por su hermano Feroas, aquél mandó matar a muchos fariseos, como puede leerse en la obra de Flavio Josefo, Antigüedades judías (11,4, n. 3). 

Mateo narra la huida de la familia de Jesús a Egipto después de que los magos burlasen a Herodes (Mt 2,13), y menciona el regreso de esta tras la muerte de Herodes (Mt 2,19-21). Según los datos históricos, el poder de Herodes no llegaba a Egipto, pues estaba controlado por Roma desde el año 30 a.C. Sin embargo, Egipto, el país del Nilo, había constituido desde antiguo un lugar de asilo para Israel, por eso no es extraño que Mateo sitúe allí el refugio de la familia de Jesús. Algunos personajes del Antiguo Testamento encontraron refugio en Egipto: Jeroboán, perseguido por Salomón (1Re 11,40) -debemos apreciar la semejanza de este texto con Mt 2,14-; Urías, hijo de Semayas, acosado por Joaquín (Jr 26,21) y Onías IV (172 a.C.), perseguido por Antíoco Epífanes, como refiere Flavio Josefo en Antigüedades judías (IX, n. 387).

Sin embargo, la huida de la familia a Egipto está influenciada por el libro del Génesis (capítulo 46) en el que se cuenta que Jacob fue desde Canaán a Egipto con sus hijos, invitado por el patriarca José (Gn 46). Notemos que, en Mt 2,14, el único personaje citado por su nombre es José; ese detalle relaciona la figura de José, padre de Jesús, con José, el patriarca, el hijo de Jacob.

No es de extrañar que Mateo, al decirnos que el padre de Jesús se llamaba José, esté apuntando al papel que el patriarca José tuvo para con su familia. Este, vendido a unos mercaderes, llegó a ser visir de la corte del faraón y, cuando sus hermanos viajan a Egipto para comprar trigo, se les da a conocer y los invita a desplazarse a ese país (Gén 42,1-44,34), salvándolos de aquella hambruna que ponía en peligro su vida en tierras de Canaán. José, el padre de Jesús, lleva a María y Jesús a Egipto, huyendo de la cólera de Herodes y salvando de este modo la vida del niño. 

* Catedrático de Filología Griega