La concepción virginal de Jesús es afirmada por los evangelistas Mateo y Lucas. Mateo (1,18) dice: “María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo”. Y el evangelista Lucas (1,33-35) refiere que “María dijo al ángel: -¿Cómo sucederá eso, si no vivo con un hombre? El ángel le contestó: -El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso al que va a nacer lo llamarán ‘Consagrado’, ‘Hijo de Dios’". 

Si la concepción de Jesús se presenta como extraordinaria, su nacimiento, sin embargo, fue totalmente normal. Como cualquier mujer, con dolor y angustia, María dio a luz a su hijo. A la usanza de la época, el cuerpo tierno de aquel niño fue vendado fuertemente con jirones de tela, pues los antiguos creían que, de no hacerse así, el niño crecería deformado y sus huesos no se solidificarían. 

No es posible sostener históricamente que Jesús naciera de una madre virgen. Esta afirmación es materia únicamente de fe. En el Antiguo Testamento, los personajes más importantes nacen de madres mayores o estériles: Isaac, de Abrahán y Sara; Sansón, de madre estéril; Zacarías e Isabel conciben a su hijo Juan, de mayores y sin hijos, mostrando de este modo una intervención extraordinaria de Dios.

Así cuenta la Biblia el nacimiento de Sansón (Jueces 13 2-7): 

"Había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: -Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo, no pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos. La mujer fue a decirle a su marido: -Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: -Concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte”.

El paralelismo entre este relato y el de la anunciación de María es tan grande que podemos pensar que se trata, sin duda, de un patrón literario utilizado para narrar el nacimiento de algunos de los personajes importantes del Antiguo Testamento. Jesús, sin embargo, no nace ni de una mujer mayor, ni de una estéril, sino de una joven, María, desposada con José.

En la mitología griega, los héroes nacían de la unión sexual entre un Dios y un ser humano; en el evangelio, Jesús nace por obra del Espíritu Santo sin intervención de varón. Todos los nacimientos extraordinarios del Antiguo Testamento mostraban el poder de Dios que actuaba con la colaboración humana. En el caso de Jesús, este nace por entero de Dios sin colaboración humana. Tal vez este es el núcleo del mensaje evangélico y el significado que puede tener la concepción virginal de María. 

Mateo (1,18-20) alude a esta con estas palabras: 

“Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo: -José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo".

Lucas (1,30-34), por su parte, nos dice al respecto: 

"El ángel le dijo: -No temas, María, que Dios te ha concedido su favor. Mira, vas a concebir en tu seno y a dar a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús. Éste será grande, lo llamarán Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin. María dijo al ángel: -¿Cómo sucederá eso, si no vivo con un hombre? El ángel le contestó: -El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso al que va a nacer lo llamarán “Consagrado”, “Hijo de Dios”.

La concepción virginal de Jesús no aparece cuestionada por los evangelios de Mateo y Lucas, pero llama la atención que nunca más se aluda a ella en los evangelios, ni en el resto del Nuevo Testamento. Por lo demás, no tenemos datos suficientes para probar la historicidad de este dato evangélico, pues no hay ningún testimonio interno del resto del Nuevo Testamento, ni externo, de los historiadores greco-romanos, que nos hable de esta concepción virginal.

Del parto virginal –“como el rayo del sol por el cristal sin romperlo, ni mancharlo”, que se solía decir- no tenemos ningún dato en los evangelios canónicos, pues Lucas habla de un parto totalmente natural sin dar más detalles: “Mientras estaban ellos allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc 2,6-7). 

De la virginidad de María después del parto no dicen nada evangelios, más bien parecen afirmar lo contrario, cuando hablan con naturalidad de los hermanos de Jesús: Santiago, José, Judas, Simón y de sus hermanas, aunque de éstas, curiosamente, no se da su nombre (Mt 3,31-35; Mc 6,3).

Desde muy pronto se suscitó una gran controversia en torno al origen de Jesús, dada la virginidad de María según los evangelios de Mateo y Lucas. Sectores judíos lo acusaban de ser hijo ilegítimo de María, y el reproche, que en aquella cultura resultaba gravísimo, quizá se refleje ya en los evangelios (Jn 8, 37-41) donde los judíos le dicen a Jesús: "Nosotros no hemos nacido de prostitución; tenemos un solo padre, Dios”.  

Entre las tradiciones rabínicas y talmúdicas tardías se identificó a Jesús con un tal Ben Stada, un peligroso embaucador del pueblo que murió lapidado, así como con Ben Pandera o Ben Pantera, el hijo de una relación adúltera de una tal María, doncella judía, con un legionario romano, llamado Pantera.

En el seno de la Iglesia hubo más tarde todo un debate al respecto: los helvidianos (a. 380) mantenían que se trataba de hermanos de sangre; los seguidores de Epifanio (año 382) decían que eran hijos de una primera mujer de José, y los seguidores de Jerónimo (a. 383) los consideraban primos de Jesús, hijos de María de Cleofás, hermana de la madre de Jesús. 

* Catedrático de Filología Griega