Me han regalado un pascuero, así que ya puedo decir que mi casa tiene al menos una nota festiva, ya que no he puesto ni belén, ni corona de adviento, ni árbol con los que iluminar y alegrar este invierno que comienza, y a cuyo lado dejar los regalos y muchas de las ilusiones.

Me hace gracia ese nombre. Pascuero suena como a alguien con raza, o que profesa una fe, o que milita en una secta o está adscrito a una corriente crítica dentro de un partido político. Y también suena a alguien que tiene un gusto muy fuerte y especial por una tradición. La del pascuero es en realidad una tradición inglesa, aunque la planta, Euphorbia Pulcherrima, es originaria de México. Cuando llegó a Europa, simplemente encajó con el gusto inglés de usar los colores rojo y verde en los elementos decorativos empleados durante la Navidad.

Por cierto, es curioso que se le llame Pascuas a las Navidades. La palabra española pascua proviene del latín pascae, que a su vez procede del griego clásico pasja, una adaptación del hebreo pesaj, que significa paso o salto. La Pascua es en su origen una festividad religiosa judía, creada a su vez sobre un sustrato de celebraciones paganas del paso o salto del invierno a la primavera. Luego el cristianismo la reconvirtió en la Pascua de Resurrección, al coincidir los hechos rememorados en la Semana Santa con la Pascua judía. Y ya dentro de la tradición cristiana, se utiliza el término pascua también para referirse a la celebración del nacimiento de Jesús, la adoración de los Reyes Magos, e incluso algo tan espiritual y teológico como la «venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico». También el nacimiento de Jesús coincide aproximadamente con otro punto de inflexión o cambio de un tiempo de días cada vez más cortos a otro tiempo de días cada vez más largos a partir del solsticio de invierno, el 21 de diciembre. Quizás por esta multiplicidad de significados, utilicemos el plural y felicitemos las Pascuas. Aunque esta explicación no deja de ser solo una entre varias.

Lo del uso del plural, como en las Pascuas o las Navidades, pero en general para el deseo de parabienes y felicitaciones es algo también curioso. Y más curioso es el hecho de que esto solo ocurre en la lengua española. Es que ni siquiera se da en el resto de las lenguas romances (portugués, gallego, catalán, francés, italiano, rumano), ni en ninguna otra lengua europea ni del mundo, que yo sepa. Ese uso del plural se conoce como plural enfático o plural expresivo. Y no tiene valor de número sino de intensidad. Así que quizás decimos Felices Pascuas, igual que decimos felices vacaciones. E igual que saludamos por la mañana con un buenos días y, al despedirnos por la noche, con un buenas noches.

En el caso de los buenos días, sin embargo, circula otra teoría alternativa para este saludo en plural. Se piensa que buenos días es una forma reducida de una expresión más larga, empleada originalmente en la Edad Media: «Buenos días te dé Dios», o «Buenos días nos dé Dios». Y con la cual no solo se deseaba lo mejor para ese día en concreto sino para el resto de los días venideros. Así podría deducirse de textos como este: «¡Mala postrimería, malos días, malos años le dé Dios, amén!» (Alfonso Martínez de Toledo,1438). O este otro: «Lucrecia: Buenos días te dé Dios. / Barrabás: ¡Ó, qué milagro tamaño! / Y buenas noches a vos, / porqu’es la mitad del año». (Bartolomé de Torres, 1517).

Sea como sea, el uso de la palabra pascua en plural no deja lugar a dudas que, para los españoles, las pascuas son algo fundamentalmente festivo, un tiempo en el que, por encima de las celebraciones y rememoraciones religiosas o tradiciones paganas de cualquier origen, surge el deseo puramente fisiológico de pasar un buen rato y ser felices rodeados de las personas que nos quieren y queremos; o incluso solos, y con ellas en el recuerdo.

¡Felices Pascuas!

*Profesor de la UCO