Podríamos empezar haciendo la broma fácil de humor negro diciendo que en Córdoba, por desgracia, el paro alcanza hasta al reloj de Las Tendillas. Pero como a toda realidad que no se supera no le alcanza la ironía. El reloj flamenco de la plaza más insigne de la ciudad no funciona. Y no funciona en plena parafernalia de las fiestas navideñas. Uno puede realizar el paseíllo en pleno pase del espectáculo de luces y sonido de la calle Cruz Conde en dirección a Las Tendillas en el alegro andante más rabioso que cuando rebasa el último arco luminoso y mira hacia arriba y ve el reloj que inauguró el propio alcalde Antonio Cruz Conde con la voz radiofónica de Matías Prats y patrocinado por Philips, bajo el lema: «Mejor no lo hay», marcando una hora cualquiera siente el mismo pudor que si a uno se le rompe la costura del pantalón por la parte del trasero en mitad de un baile.

Pero la ausencia no sólo están siendo las horas exactas, sino los toques de guitarra de las horas y las medias por soleá y seguirillas. Los acordes de la guitarra flamenca de Juan Serrano que desde el 29 de enero de 1961 no habían dejado de sonar, a fecha de hoy no suenan. Solo ha faltado en el espectáculo navideño de luces y sonido para completar la pesadilla onírica de tan insigne reloj varado en pleno mes navideño, que suene la canción en clave bolero del compositor y cantante mexicano Roberto Cantoral de El Reloj, con aquello de «reloj no marques las horas / porque voy a enloquecer...». Aunque en Córdoba, como decía Nietzsche: «lo que no me mata me hace más fuerte». Y los cordobeses a estas alturas hemos forjado ese senequismo secular que se nos achaca a base de resignación y descreimiento. Probablemente el reloj se arregle, pero lo que no se arregla ya es esa máxima cordobesa que se viene acuñando desde hace demasiado tiempo de que los cordobeses ya vamos tarde. Normal con un reloj parado.

*Mediador y coach