Aspasia de Mileto -siglo V a. C.- fue una intelectual influyente en la Atenas de Pericles, político con quien mantuvo una relación. De hecho, lo poco que conocemos de su vida coincide con los periodos en los que estuvo unida a algún hombre influyente de su época -el otro sería Lisicles-.

El perfil de Aspasia es borroso, turbio, brillante y obsceno, como ha sido el perfil de numerosas mujeres que, a lo largo de la historia, han sido determinantes en la misma, aunque acto seguido hayan sido inmediatamente fulminadas, ignoradas u olvidadas por ella.

Sabemos que es mencionada por escritores antiguos cuyos testimonios ahora están en entredicho ya que, además de su extraordinaria inteligencia retórica también la tildan de ‘hetera’, una cortesana de lujo de la época. No podía ser de otra manera: cuando la mujer destaca, cuando es trabajadora, inteligente, siempre está bajo sospecha... esas cualidades la sitúan en el ojo de la ambición o, simplemente, del zorrerío.

Es posible que, jamás, sepamos al cien por cien cómo fue la vida de Aspasia, cómo era, en qué influyó, de dónde sacó la fuerza para desarrollar un papel influyente que no le era asignado a las de su género entonces, cómo lidiaba su talento con su quehacer cotidiano.

Lo que sí sabemos es que esos fenómenos hacia la mujer que la vuelven borrosa, en parte, siguen vigentes veintiséis siglos después. No tenemos más que observar cómo ha virado el perfil de Isabel Díaz Ayuso en la política nacional de nuestro país. De ser una abanderada de la recuperación del Partido Popular, a tacharla públicamente de ejercer ‘personalismos’. Claro, un hombre con las ideas claras, carisma y liderazgo es una apuesta de futuro; una mujer con las ideas claras, carisma y liderazgo es una traidora en potencia, una ególatra egoísta e insensata. Parece que piensan algo así como «...ponte en la foto cuando nos intereses, pero no seas el centro de atención... destaca, pero no mucho. Bien en las fotos, mal en mis urnas...».

Defiendo en esta primera columna el derecho a brillar, a equivocarte, a asumir riesgos, a querer materializar tus inquietudes, a que te escuchen y te respeten, por supuesto, también el de una persona, una mujer, con quien no comparto ideas políticas. Y es que, quizás, todavía, todas somos un poco Aspasia.

* Artista y profesora en la Universidad de Sevilla