Comenzaron con pequeñas tonterías cómicas, como lo de compañeros y compañeras, jóvenes y jóvenas, y miembros y miembras, que fueron toleradas como pequeñas bromas. Pasito a pasito. Invadieron el terreno educativo, donde las autoridades del ramo «aconsejaron» saltarse precisamente lo que no debería nunca saltarse en el ámbito educativo: las reglas gramaticales de género, la Filología, que es una ciencia. Son correctos los términos genéricos, como alumnado, profesorado, etcétera, pero la repetición infinita de los dos géneros, algo que ha sido erradicado recientemente del sistema educativo francés por absurdo e inoperante, supone un atentado contra la economía del lenguaje y la agilidad en la comunicación. Llegamos al extremo de que en determinados impresos oficiales ya no se habla de padres en general, y ni tan siquiera de padres y madres o tutores, no, ahora te hacen marcar la casilla de la «Persona guardadora 1 y 2». Tacita a tacita.

Y nadie dice nada en contra, solo bromas en las redes sociales y medios de comunicación y algún que otro informe aclaratorio de la RAE. Lo peor es cuando este estado de cosas ya ha empezado a trasvasarse al sexo (al que llaman género). En Canadá se aprobó un proyecto de ley que impone la obligatoriedad de aceptar la ideología de género, y quien opine en contrario puede sufrir encarcelamiento, multas y sometimiento a tratamientos antiprejuicios por delitos de odio. Orwell ya está aquí, pasito a tacita. Han levantado la voz algunos profesores de Psicología de la Universidad de Toronto, como Jordan Peterson, y del colegio de abogados, como Jared Brown, quien se escandaliza de que haya que «aceptar un discurso único impuesto por el gobierno». ¿Y en España? Aparte de las bromas estériles, al menos el Partido Feminista de la líder y precursora comunista de la lucha por la mujer, Lidia Falcón, denuncia que la histórica lucha por la igualdad es víctima, con esto, de la estrategia organizada por el lobby gay para imponer en la sociedad el discurso queer, que invisibiliza a la mujer y desemboca en otras nefastas consecuencias. ¿Seguimos con las bromas en los medios y el trágala en la Educación?

*Escritor