Los Juegos Olímpicos, que no Olimpiadas, de Tokio 2020 que ahora se celebran han traído sorpresas y peculiaridades propias de este país, tal y como se acostumbra a mostrar en los eventos deportivos o de otra índole de carácter mundial.

Pero, al margen de la figura anacrónica de un emperador esclavo de la tradición y me atrevería a aventurar que poco feliz...

Al margen de la elegantísima fortaleza, llena de honestidad, mostrada en la drástica decisión de una de las mejores gimnastas de todos los tiempos...

Al margen de la esforzada participación de los casi dos mil atletas de más de 200 países (países de los que, por otro lado, algunos no volveremos a acordarnos y de otros ni siquiera conocemos su existencia)...

Al margen de los récords que se superarán, de la belleza del deporte, así como de los ejercicios asombrosos y heroicos que se realizan...

Digo pues que, al margen de las consideraciones de cada cual, hubo un acierto en la fiesta de la inauguración que, por sí mismo, engrandeció la solemnidad y el atractivo de toda la ceremonia. Y no fue ni la siempre sobrecogedora entrada de la llama olímpica al estadio, ni la singularidad del pebetero o el luto y el pesar de las gradas vacías.

No. Ese acierto, para mí y supongo que para muchos amantes de la música, fue la actuación de la virtuosísima pianista y compositora japonesa Hiromi Uehara.

Esta intérprete de jazz contemporáneo y de rock, de estética caprichosa, original e insólita, nos agitó en nuestras emociones ya de por sí entusiastas. Y seguro que más de un aficionado se exaltó cuando su imagen y sonido llenaron el estadio y alcanzaron medio mundo.

Hiromi Uehara tiene el honor y el ingenio de haber acercado a las nuevas generaciones el difícil y minoritario género de la música de jazz.

Cuando nada más y nada menos que Chick Corea la conoció, quedó admirado por su maestría y eso que era una adolescente de 17 años. Luego, incluso han interpretado a dúo desde el Concierto de Aranjuez hasta las piezas del jazz más vanguardista. Y si el ganador de 20 Grammy la tenía en tan alta estima es porque la figura musical de Hiromi es gigante.

Tampoco es gratuito que, con la exquisitez y exigencia musical de Japón, haya sido la invitada en sus JJOO. No defraudó ciertamente. Su perfección técnica, su estilo, su sensibilidad, su alegría... todo contribuyó a hacer de su aparición algo singular y prodigioso0. Su música es deslumbrante y atrayente.

Es por lo que la traigo aquí. Para quienes no la conozcan, va a ser un hallazgo que celebrarán y, para los demás, será tiempo ganado a la vida el volver a deleitarnos con la interpretación magistral de esta mujer.

Me he permitido seleccionar tres trabajos de Hiromi Uehara y les facilito los enlaces. Dos con Chick Corea y otra formando trío con el bajista Anthony Jackson y el batería Simon Phillips. Así, tanto si están de vacaciones como si no tienen esa suerte pero se refrescan con una buena cerveza Bandolera -artesana y natural de Algallarín-, les será más fácil disfrutar de esta magnífica intérprete.

La buena música siempre conmueve y nos ayuda a apurar nuestras copas mientras brindamos y nos deseamos, como invita el lema olímpico versionado por la OMS el «más alto, más rápido, más fuerte, juntos».

Les deseo un muy feliz concierto. Buscarán más, sin duda.

https://youtu.be/BRU1o-sCnqY

https://youtu.be/s11ER546zBM

https://youtu.be/65PZz1pNEIg

* Docente jubilada