El arte tiene la posibilidad, y la obligación, de proporcionar una lectura alternativa de la realidad. Los artistas imaginan y crean para que descubramos lo invisible, esa cara oculta de las normas, las modas o las reglas sociales que aceptamos por inercia, comodidad o incluso convicción.

Esto hace el divertido e incisivo cortometraje del colectivo ThingTank titulado Uninvited Guests (búsquenlo en www.superflux.in). La proliferación del Internet de las Cosas (IoT), de dispositivos conectados para hacernos la vida más fácil, tiene una aplicación diferente que los autores abordan con humor. Un señor mayor es controlado a distancia por sus tres hijos, que le han proporcionado sendos utensilios para vigilar su dieta, su ejercicio cotidiano, y que se vaya pronto a la cama para descansar. Si no cumple las normas programadas y controladas por los objetos, su móvil le envía mensajes que suenan a regañina paterna. El vídeo no dura ni cinco minutos, y permite reflexionar sobre el uso de estos aparatos y la pérdida, voluntaria o no, de autonomía humana.

No es el único riesgo detectado en los llamados hogares inteligentes (smart homes). El portero electrónico de Amazon era un espía concienzudo que compartía los datos privados con terceros sin consentimiento de los clientes. Un informe de Ericsson anticipa que cada uno de nosotros estará conectado al menos a quince dispositivos electrónicos en el año 2030. En algunas universidades europeas se han publicado oportunas investigaciones sobre las amenazas a la privacidad y la seguridad derivadas de esta invasión de dispositivos: un hogar conectado no solo es un espacio sin intimidad, sino que también es un lugar amenazado por ataques informáticos de toda índole.

Para el ciudadano medio, es muy complicado estar al día de todo esto. No se percibe el riesgo, se carece de la información adecuada para valorar las decisiones de compra e instalación de estos aparatos, y los conocimientos básicos sobre ciberseguridad y configuración de este tipo de equipos brillan por su ausencia. En el informe de Ericsson se utiliza una expresión que suena divertida: la compañía tecnológica se presenta como una empresa que respeta las normas, evitando que sus dispositivos se conviertan en «paparazzis de datos» (data paparazzi). Pensemos ahora que esos fotógrafos maleducados e impertinentes son todos esos cacharros que compramos para estar a la moda, y que la intimidad revelada es la nuestra. La sonrisa inicial puede congelarse.

* Economista | @ebpal