Ha sido incuestionable la victoria de Ayuso en las elecciones madrileñas, ha arrasado, y no se jugaba, como publicaba El País «un modelo de sociedad» sino un modelo de gestión y de actuación pública. La prepotencia, la arrogancia, las imposiciones sin explicación, la falta de empatía, el mirar para otro lado, el utilizar las instituciones en interés partidista, el crear crispación y enfrentamiento, todo eso y más, en medio de una crisis sanitaria y económica mal gestionada ha pasado factura a Sánchez e Iglesias, por más que ahora no quieran verlo en clave nacional. Todo empezó, con la sorpresiva moción de censura en Murcia ideada desde Moncloa, la rápida reacción de Ayuso convocando elecciones anticipadas, tachándola la oposición de loca y tonta (¿donde estaban las mujeres feministas en contra del machismo?); a ello siguió, el desafiante ego machista de Iglesias que venía a luchar contra Ayuso encabezando él solito a toda la izquierda, sin que sus bases le eligieran, hasta que Mónica García de Más Madrid le paró los pies. Hemos visto la campaña electoral más crispada y violenta de la historia democrática, con envío de cartas con balas, inaceptables y que se han de investigar, que dio lugar a un show mediático durante días hasta que, ¡oh!, también iba otra para Ayuso, y el asunto terminó. Con un organismo autónomo dependiente del Ministerio de Presidencia (CIS) que realizó encuestas vulnerando la ley electoral y con su director, Tezanos, publicando editoriales insultando literalmente a la candidata Ayuso. Así, no. Ha quedado demostrado que, a parte de la gestión sanitaria, social y económica de Ayuso, con sus mas aciertos que fallos, la mayoría de los madrileños no quieren la actuación opaca, de imposición (¡más fascista que eso!), de falta de transparencia, de crispación social, y hasta de violencia, consentida y ampara por el propio Gobierno. Los populismos no llevan a nada bueno, de eso la historia tiene desgraciadamente ejemplos, y aunque Vox consigue un diputado más, lo cierto es que no ha arrasado como ellos esperaban, subiendo por contra Más Madrid, mucho más moderado que Podemos, provocando la debacle del PSOE. Ha sido una victoria en femenino, donde los candidatos masculinos han salido muy mal parados, con su repercusión en clave nacional, sin duda. Ciudadanos se desvanece totalmente. Iglesias deja todos sus cargos faltando a su compromiso con los madrileños que le han votado, e increiblemente, engañando a la gente, dice ser un chivo expiatorio, señalando quien le sucederá ninguneando como siempre a las bases y círculos de Podemos, que tiende a desaparecer sin su líder. Y Gabilondo, mal dirigido por el aparato de Moncloa forzándolo a ser quien no es, lo sufre directamente y en su propia persona.

Para colmo, el Gobierno PSOE-Podemos tiene la desfachatez no solo de no asumir el descalabro sufrido sino que sin autocrítica alguna, su prepotencia les hace insultar y menospreciar a los votantes que piensan distinto. Así, no.

Los madrileños han hablado democráticamente en las urnas, y si no quieren la gestión y actuación del Gobierno de Sánchez, ¿qué les hace pensar que sí la quieren el resto de españoles? Oído cocina.

** Abogada