La historia ha demostrado que los populismos no son nada buenos, sino todo lo contrario, peligrosos. Y parece mentira cómo en una sociedad que llamamos moderna y avanzada, parte de la población se sienta arrastrada por ideas populistas que, curiosamente, nunca suelen ser pacíficas. La raíz de ello está estructuralmente en la falta de educación y formación, ya no solo docente sino personal; en la falta de interés por conocer y aprender de otros pensamientos y gentes, por analizar con visión crítica situaciones de la vida, por falta de valores como respeto, solidaridad y empatía. El egoísmo y la imposición de posturas, pensamientos y situaciones sin permitir otras realidades, eso, es desigualdad, discriminación, e incluso violencia, y de ello se nutre el populismo, y hace que sea intrínsecamente peligroso.

Ejemplos: violencia de la kale borroka, de la CUP, de agresivos por la prisión, legal y judicial, del rapero. Todos ellos con base en una ideología que nada tiene de pensamiento y convicción, nada de razonamiento, solo coacción, brutalidad e intimidación. Pero lo más despreciable es que hay quien se sirve de ese vandalismo para alcanzar poder propio, que curiosamente nunca lo comparte con los alborotadores, pues los necesita agitar de vez en cuando para seguir manteniéndose en su pedestal. Como se preveía, desde que Iglesias dijo que con él empezaba la «lucha» por la Comunidad de Madrid para derrocar a Ayuso, los violentos ya han hecho acto de presencia: unos, pintando y provocando un incendio en sede de Podemos, y otros, muchos más, lanzando palos y piedras a las fuerzas de seguridad y oyentes de Abascal en Vallecas. El mitin de este estaba permitido, y una cosa es la diferencia ideológica manifestada a voces y otra muy diferente la mostrada a golpes de pedradas. Toda violencia es condenable, provenga de donde provenga, es violación de los derechos y libertades de los ciudadanos, más en unas elecciones, pero ¿por qué no se condena igualmente? Porque sigue estando el interés partidista. No lo hacen el Gobierno ni algunos medios de comunicación afines. Es lo de siempre, justificar lo injustificable o ni siquiera darle importancia y ni pronunciarse sobre las actuaciones de la izquierda, aunque sea ilegal y constituya delitos, ya pasó con el tema de los escraches, mientras lo hagan ellos, bien hechos están. Ya está bien. Sánchez, como presidente de España, debe condenar todo acto de violencia y vandalismo. Para mí, populistas son tanto Vox como Podemos, ambos se retroalimentan e incitan a sus seguidores, pero una diferencia es que mientras los primeros utilizan el arma de la palabra y los gestos con referencias ya pasadas, los segundos añaden la agitación y el adoquin. Parece que se olvida que llevamos un año de pandemia y que la gente quiere vivir, comer y trabajar, y por supuesto, poder elegir a quien quiera de forma libre. Por cierto, muy bueno el lema de Ayuso de «Comunismo o Libertad», ¿cómo no se le ocurrió a Ivan Redondo? Ah, no podía, lo tenía en casa.