Hemos perdido los besos y abrazos; demasiadas vidas y empleos; los funerales de siempre y el llanto abrazados; hemos perdido las reuniones sin número, los conciertos, los teatros y los cines abarrotados; hemos perdido la pasión en el campo mientras ruge el fondo sur; las bodas de doscientos, dar el primer beso sin pensar en el virus; toser a gusto porque te pica la garganta, estornudar sin sentirte culpable, comer con las manos, reírte si sabes que las tienes sucias; hemos perdido toquetear todo y a todos. He perdido ponerme mi colección de gafas de sol porque mi cara ya no soporta nada más allá de la mascarilla.

Hemos descubierto que podemos vivir sin el tinte de pelo, que es posible estar meses sin cortarnos el pelo y que los que eran tan guapos no lo son tanto; hemos descubierto que es posible dejar de trabajar sin que sean vacaciones y no sentir culpa; que las casas tienen rincones que no conocíamos, sillas en las que nunca nos habíamos sentado y ventanas a las que jamas nos habíamos asomado; hemos descubierto que cocinar sin prisa le da otro sabor al plato, que podemos pintar paredes, que se puede volver a hablar con los que convivíamos y que todo ha cambiado; hemos descubierto que podemos estar días sin salir y sin ponernos el uniforme de batalla, sea un traje de Armani o un mono de tela recia. He descubierto que puedo pasar la vida sin falda de tubo o tacones y hasta sin mi barra de labios.

Hemos aprendido a freír algo más que un huevo y a coser más de un botón; las bondades de la mascarilla y del hidroalcohol; hemos aprendido a mantener reuniones online, a manejar mejor las redes, a prescindir de reuniones innecesarias, a priorizar el tiempo que nos queda y a economizar; hemos aprendido a hacer una revisión de nuestras prioridades y no solo de las afectivas. He aprendido a hacer arroz y miles de bizcochos.

Hemos ganado todo en limpieza; en disfrutar del asiento del autobús sin nadie al lado; en que no te invadan el espacio; en dejar de besar por compromiso y en que no te abrace cualquiera; hemos ganado tiempo de estar en casa, reconciliación con nosotros mismos; teletrabajar y valorar las inversiones en investigación; hemos ganado en saber que la vida es efímera, en resetear ante las adversidades, en buscar nuevas rutas de emprendimiento; hemos ganado en inventar juegos para nuestros hijos, en inventar comidas... en inventar y ser mas creativos. Hemos ganado en comprender la certeza de la necesidad de los abrazos y en cultivar la esperanza en un mañana mejor. He ganado mucho practicando la paciencia. Que más puedo pedir.

* Abogada