Decía un profesor italiano cuyo nombre ya no recuerdo que le gustaban mucho los tacos en español, que eran muy sonoros porque la mayoría terminaban en “on”. Suena rotundo, desde luego, eso de “y un cojón”, y precisamente el plural de este sustantivo tiene al menos una docena de acepciones, según se exprese o acompañe, pues no es lo mismo decir “por los cojones” que “qué cojones quieres” o “qué cojones tienes”, y así podríamos seguir un rato. El “estoy hasta los cojones de todos nosotros” del diputado andaluz de Ciudadanos por Córdoba Fran Carrillo no puede ser, por tanto, más claro, más español y más inteligible.

Disculpen, perdonen. Es la primera vez que pongo la palabra por escrito. Pero no vendría al caso la fórmula “hasta los c…” cuando el término castizo (y andaluz) ha sido pronunciado con todas sus letras en sede parlamentaria sin que se hayan abierto las Cinco Llagas del noble recinto de la Cámara andaluza. Ahí queda eso.

Como dice ahora la gente, “me representa”. En una rápida encuesta por wasap, el pueblo cualificado y sin cualificar está bastante de acuerdo con Fran Carrillo. Muy especialmente R., que lleva con su negocio cerrado desde marzo, y S., todavía en ERTE. No digamos L., que ha despedido a sus empleados y va a concurso de acreedores. Y déjenme hablarles de F., que enterró a su anciana madre sin verla. O de M., que pasó el virus y por suerte lo superó después de cuidar a toda su familia infectada y teletrabajar al mismo tiempo. No hablemos mucho de mi vecino, que lleva un año sin pisar la calle -¿a qué sabe la brisa que entra por la ventana?- ni del paro prolongadísimo de M.M., que hasta su situación de falso autónomo la ha perdido. Lo dejaremos aquí, no sin incluir las depresiones, fobias, desconfianza en el futuro, miedo, soledad y angustia que se reparte por todos los corazones.

Y en este escenario, como diría el querido Rafael Sarazá, “vaya refuerzo que ha llegado”. Porque hacía muchísima falta cambiar el signo de los gobiernos, en Murcia era perentorio, en Madrid la inclasificable Díaz Ayuso decide salir al frente como la Victoria de Samotracia (escultura sin cabeza, por otra parte) en defensa de la Libertad, que es la justificación de la convocatoria electoral. Argumento, por otra parte, igual de sustentado que el de la futura presidenta de la Comunidad de Murcia, Ana Martínez Vidal, que da el paso adelante, al parecer, porque se han colado algunos cargos públicos en la lista de vacunación.

Nos llaman tontos por la mañana, por la tarde, por la noche y al mediodía, pero lo hacen por nosotros, así que habrá que aceptarlo. La frase de Fran Carrillo define el estado de ánimo general, y también hace pensar que su superior en Ciudadanos Andalucía, Juan Marín, se quedó probablemente con las ganas de pronunciarla. Tal vez metiendo en el enunciado a la dirección de Cs y a Inés Arrimadas, cualquiera sabe.

Dicen que si en Andalucía el Gobierno es sólido y un oasis de paz es en parte porque Pedro Sánchez no quiere ver a Susana Díaz al frente de la Junta de Andalucía, pero eso es pura maldad. Démosle un poco de crédito a Ciudadanos y a su jefe de filas cuando dice que no está por la labor de cambiar de aliados y quiere sacar adelante el "cambio tranquilo" que inició. Digamos que el suicidio es una opción, pero es mejor tener la oportunidad de conservar la vida y, en todo caso, de esperar a una muerte natural. Contentos estarán en Vox, y el presidente, Juanma Moreno, jartico de novedades que no le dejan tiempo para seguir avanzando en las encuestas. Ay, señor Carrillo, qué bien lo ha explicado usted: mientras los partidos políticos juegan a sumar y restar arcos parlamentarios, la gente se revienta, de covid, de hambre o de desesperanza.