Si Pablo Iglesias acusa al ministro Escrivá de querer recortar las pensiones, vamos bien. Si parte de su propio Gobierno amenaza con ir a la huelga, vamos mejor. Si desde el otro extremo le critican, chapó.

Escrivá es uno de esos ministros que posee formación y experiencia sobre la materia de la que tiene la responsabilidad. No crean, que esto por ser lo deseable, no resulta lo frecuente. Escrivá es un hombre templado, que cuando habla crees lo que dice, domina la econométria, ha sido presidente de la AIReF, ha pasado por los bancos europeos y la sensatez aplastante de sus propuestas --que enfadan a los extremos-- en el tema más espinoso al que un político puede enfrentarse, me ha ganado. La reforma del sistema de pensiones.

Sostenibilidad. Esa es la palabra que plantea. El mundo ha cambiado y ahora no es momento de luchar por aumentar las pensiones. Lo que se deben es garantizar y poder comprar la misma cesta y más aún ante la llegada al sistema de pensiones de los «baby boom» a partir del 2025. Somos muchos y hemos cotizado más. Me uno también a su rotunda propuesta de que se eliminen las jubilaciones obligatorias en convenios colectivos. Habrá sectores excepcionales, pero enviar a la jubilación a esas hordas de hombres y mujeres en un momento óptimo profesional, con elevadísimas percepciones y muy alejados de la edad de jubilación, ha contribuido muy poco a la necesaria sostenibilidad.

Que sí, que hay que trabajar más tiempo, así que alargar la edad de jubilación a los 67 años también me parece, sobre todo cuando, como dice, la jubilación es un derecho, no una obligación y es muy sano que personas con la mayor experiencia se mantengan en el mercado laboral incentivándoles ese esfuerzo.

Y otro ejemplo para combatir la brecha de género: un complemento por hijo, desde el primero, para la pensión más baja. No creo que nadie dude de que la maternidad «castiga» a las mujeres. Cae nuestra cotización, se producen lagunas de empleo y hay pérdida clara de oportunidades. Un dato: la pensión de jubilación medida de los hombres es algo más de 1.200 euros y la nuestra 800 euros raspados. O seguimos en la senda no solo de no castigar, sino de facilitar y favorecer con ayudas la maternidad, o las mujeres seguiremos sin tener los hijos necesarios para que la pirámide demográfica -esa que ahora es un desastre - sea medianamente sostenible.

Y en fin, subir la base de tiempo para el cálculo a 35 años; pensiones complementarias privadas estimuladas fiscalmente; cambio de mentalidad y muchos cálculos. Ahorrar 30.000 millones. De momento, «Escrivá, amén».

* Abogada