A lo bestia. Se meten con él a lo bestia porque habla claro y no como la inmensa mayoría de los políticos, porque dice las cosas lisa y llanamente, como la gente de la calle, como los parroquianos de un bar o los habituales de una barbería, sin rodeos, sin hacerse el fino. Se la tienen jurada desde que siendo presidente del Colegio de Médicos de Córdoba nombró médico de honor a San Rafael. Ya ves tú qué daño hace eso. Qué mala es la gente y cuánto veneno tiene dentro.

Jesús Aguirre, consejero de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, estaba hablando un buen día de junio de 2019 del aborto y dijo lo que mucha gente piensa con esa campechanía que Dios le ha dado: «Lo fácil es llegar y el chupetón». No me digan que esta afirmación llena de viveza coloquial no es un puntito de sal en medio de la sosería del lenguaje políticamente correcto al que estamos acostumbrados. Los demás mareando la perdiz con eufemismos y Aguirre dando en el clavo con su labia popular.

Cómo me gusta oírlo cuando dice que todavía tenemos bastante sitio en los hospitales para los enfermos de coronavirus, cuando se le llena la boca afirmando que mientras otras comunidades empiezan a tener problemas con las camas aquí todavía hay un buen colchón porque ellos se adelantan a los acontecimientos y planifican en condiciones. Será por camas... qué hombre tan hospitalario. Le dijeron Juanma Moreno y Juan Marín que había que salvar la Navidad y se ofreció sin pensárselo dos veces, aquí estoy yo para salvar la Navidad y lo que haga falta. Ojalá se haya puesto ya en modo «Salvar la Semana Santa velando por la salud pero sin cargarnos la economía». Nos lo merecemos.

Y ahora lo del culillo. Resulta que el 20% de los viales de las vacunas de Pfizer se pierde porque no hay jeringuillas adecuadas para extraerlo. Cualquiera de los políticos (o de las políticas) del montón hubiera recurrido a subterfugios formales, qué te digo yo, «es cierto que una fracción residual no se está administrando, pero ya hemos articulado las medidas para remediar este problema». Blablablá. Palabrería que aleja al personal del debate público, contorsiones idiomáticas de quienes tienen mucho que esconder. Jesús Aguirre es más cercano, por eso habla como nuestro tendero de confianza por mucho que esté en el Parlamento, un culillo, un culillo de toda la vida. El culillo del Actimel, el culillo de la litrona y el culillo de la vacuna. ¿Cuál es el problema? Un amigo mío, pedante como él solo, dice que no se trata de que hable más o menos fino, sino de que hable adecuando el registro a la situación comunicativa. Pamplinas. Vivimos en una sociedad aborregada que intenta silenciar las voces auténticas, las voces que no entran por el aro de esa mediocridad expresiva de la que todos estamos más que hartos. Por eso se agradece un poco de frescura, qué quieren que les diga... Viva el culillo del consejero.

* Profesor