La tercera ola del covid-19 ha irrumpido con toda su fuerza en el Valle del Guadalquivir. El número de contagiados ha crecido de una forma veloz en los últimos días. Al cierre perimetral inicial, que nos impide relacionarnos a los municipios, hemos pasado en Palma del Río a la fase cuatro, grado dos que implica el cese de actividades comerciales no esencial y el cierre de la hostelería.

En todos los encuentros sociales no se habla de otra cosa, evidenciando la enorme preocupación entre la población por las consecuencias sanitarias y económicas. Todo parece una pesadilla. Una sociedad paralizada por las graves consecuencias de una pandemia. El mundo entero sacudido por un virus que nos ha cambiado algunos planteamientos sobre prioridades, relaciones humanas y filosofía de vida. Pero, también, ahora valoramos más y mejor, lo mucho y bueno que cada uno puede y debe dar a los demás.

Para salir de esa pesadilla debemos realizar una reflexión personal en 2021, y siempre. Construir alianzas de solidaridad donde antepongamos el bien general y la máxima atención a quienes necesitan nuestro apoyo. Las próximas distinciones del Día de Andalucía van en esa dirección. Reconocer a quienes han dado lo mejor de sí para el conjunto de la sociedad. Cada aplauso de gratitud de aquellas tardes de la primera ola, son ahora, reconocimiento institucional por unanimidad. Eso dice mucho de nosotros como pueblo y de nuestras autoridades sensibles al clamor popular.

Quizás, una lección de estas olas víricas, sean olas levantadas al viento como banderas de solidaridad y libertad. No queremos liderazgos fundados en la exclusión, el populismo, la demagogia y la mediocridad sino personas cualificadas, generosas y altruistas que puedan ofrecer proyectos de futuro. Para estar a la altura de estas exigencias, lo primero será dialogar, poner sobre la mesa proyectos de futuro y tratar de recuperar cuanto antes todas nuestras energías, capacidades y singularidades que nos identifican y hacen grande. Conjuga nosotros...

* Historiador