Hablaré de oídas. Cuenta Fernando Savater que cuando asistía a las reuniones de periodistas de verdad, que debatían algún asunto problemático de actualidad para ver cómo enfocarlo editorialmente de manera constructiva, se le daban muchas e inteligentes vueltas a la cuestión. A veces, cuando la discusión llevaba a un callejón sin salida (y aquí es donde quiero llegar) el asesor aúlico de El País, cuando este era el periódico de referencia para estar bien informado y para aprender a escribir, Javier Pradera exclamaba: «Bueno, a ver qué se nos ocurre, pero nada de decir que debe buscarse una solución imaginativa». Guardé en la memoria esta anécdota que ahora me vuelve cuando oigo decir a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, tras la mesa de diálogo con Torra y su banda, que hay que buscar «fórmulas imaginativas» para solucionar el conflicto catalán. En su comparecencia tras la reunión del pasado miércoles -«reunión cero» según Torra- la ministra no se salió del manual de huecas palabras y lugares comunes para tratar de explicar lo inexplicable: imaginación, creatividad, emprendimiento, diálogo, medidas preventivistas y trascender las respuestas tradicionales. Además de eludir palabras como «autodeterminación» y «libertad de presos políticos», propuestas de las que no se apean los separatistas de Torra y los republicanos de Rufián. También en su intervención la ministra tuvo buen cuidado en no nombrar la Constitución que, cuando a ella se refieren, ha pasado a tener la denominación de «seguridad jurídica» Cuantas pamplinas para no llamar a las cosas por su nombre. Y vuelta al diálogo, otra palabra que se ha convertido en un mantra repetido hasta la saciedad y el agotamiento de las palabras y de los escuchantes. Después de tres horas de reunión en Moncloa, lo único que ha salido es el compromiso de una reunión mensual, alternando Barcelona-Madrid, y mejora de las relaciones afectivas. Soluciones imaginativas, qué peligro. Hay quien dijo que un dromedario era el resultado de un comité de expertos reunidos para diseñar un caballo. En este largo y cansino proceso de catalanización del gobierno de Pedro Sánchez todo es laberíntico, escurridizo, aburrido para nosotros pero incansable para ellos, que persisten infatigables en una posición de la que no se mueven: independencia. Tras este escarceo, la ministra Montero ya tiene licencia para tirar con unos presuntos presupuestos que saldrán o no dependiendo de los votos reservados de ERC y de Bildu, que, por ahora, se guardan pero que serán utilizados en contra en cuanto se les troque el aparejo. Hasta enemigos irreconciliables como González y Aznar confluyen en denunciar este disparate de hacernos creer en soluciones imaginativas.

* Periodista