Está uno tan tranquilo en su ventana disfrutando esta lluvia de octubre renovado, está uno tan contento pensando en que por fin va a poder sacar la gabardina del armario y dejar que se moje, está uno tan a gusto pensando que con este tiempecito las migas que te ponen de tapa en El Poema saben mucho mejor, y de pronto te viene Jorge Verstrynge y te escribe el artículo. El de hoy iba a ser algo más reposado, iba a ser algo más de octubre en la retina, la recuperación de un tiempo de llovizna que nos limpia los ojos y nos hace mirar dentro del pozo de nuestra intimidad con una mesura de agua clara. Pero llega Verstrynge, el camaleón viejo, que ha pasado por todo y ha pasado de todo, que se ha quitado y puesto todas las chaquetas y ha viajado desde la gomina falangista hasta la guerrera verdosa de la revolución, cuando la revolución ha sido un degollamiento de los disidentes, y te regala no el tema, que ya es un tema viejo, sino medio artículo. La verdad es que iba a escribir ya de otros asuntos, porque la semana pasada ya publiqué un artículo titulado Niños andaluces agradeciendo a algunos de mis maestros la estupenda educación que me han dado, recordando sus nombres, regresando a esa foto. Pero luego, o ahora, siempre llega la inmediatez que te saca de tu ensimismamiento con su ráfaga de palabras.

Porque hace solo unos días, y después de la polémica con Isabel Tejerina y sus declaraciones sobre los niños andaluces, ha dicho Jorge Verstrynge en el programa Al Rojo Vivo que se siente «un poco desconcertado» al «ver la falta de sentido del humor de los andaluces de un tiempo a esta parte. Se han metido mucho con lo que Tejerina dijo, que quizás era una exageración, pero también es verdad que la formación de la juventud andaluza es menos buena que la de la juventud de una parte importante del país». Bueno. Hasta aquí, generalización de barra de bar, pero sin gracia. Generalización de caña o de vermú que se sube de pronto a la cabeza y nos hace soltar la primera gracieta de la tarde. Pero después viene, como siempre, lo bueno, porque en este país, cuando se trata de hacer alardes de estulticia, todo es ponerse: «Mucho rebujito, mucha cervecita, muchas gambitas, mucha playita, mucho ordenador o móvil. Yo soy medio andaluz y todavía se ríen cuando me oyen decir estación de servicio porque yo no sé decir bien estación de servicio y no me pongo hecho una pantera. Me río. Y cuando viene la ministra a decir hay que ver las palabras que usan, pues yo añadiría pisha, chochete, raja, y no me siento ofendido. Hay que tener un poco de sentido del humor en política». Ahí queda eso.

Vamos a ver, Verstrynge, pisha, chochete, raja: si no sabes decir «estación de servicio» qué quieres que te diga. Compadezco a los alumnos que hayan tenido la suerte o la penuria de pasar por tus clases. Y si aún no has comprendido que los ordenadores, las pantallas, la cervecita y la playa no son privativas de Andalucía, compadre, en lugar de pasear tanto por Venezuela, desde donde has construido tu lugar de hoy, tu actualidad de hoy para la información, porque antes de Venezuela ya no tenías nada que decir en la vida política española desde hace mucho tiempo, solo puedo invitarte a que te des un voltio por el litoral español; porque, hasta donde yo sé, la playa y la cerveza gustan en toda la patria y en todos sus idiomas. Como en el resto del mundo. Es cierto que se ha puesto de moda el rebujito. En Córdoba preferimos un medio de Montilla Moriles, que como comprenderás es otra cosa. Si yo estuviera ahora tomándome un medio, en lugar de escribiendo, lo pediría del vino en rama de Bodegas Doblas. Y si te tuviera de frente, sin esa mala educación que denuncias, en lugar de soltar la retahíla de andaluces que podrían sonrojarte, si los conocieras de verdad --de Séneca a Lorca hay una inmensidad, también en el presente--, te diría que eres un malaje con mucha mala baba, y muchas otras cosas. Y te aseguro que me entenderías: porque como deberías saber, entender o lo que sea que hagas con la carga neuronal que conserves, el acento es solamente la música del lenguaje.

Ahora te disculpas con la boca pequeña y vuelves a la carga con nuestra educación. Como la he recibido estupenda, y como no me paso el día acodado en la barra --por más que en las barras no andaluzas, sino del mundo, se atesoren saberes ancestrales, la alegría y el dolor con su sorbo despierto--, ya que eres medio andaluz, te invito a que recuperes ese reducto de tu inteligencia y te des un paseo por aquí.

* Escritor