Como todos los años, el último domingo de diciembre, la Iglesia católica celebra el día de la Sagrada Familia, en cuyo seno nació y creció Jesús. Una familia sencilla, una familia obrera. Ese dato tiene una importancia capital, porque confiere a la familia trabajadora el estatus de preferida, de destinataria singular del mensaje y la acción de la Iglesia. Los cristianos en este día queremos centrar nuestra mirada en valores como el amor, la comunión o la corresponsabilidad en el cuidado de la vida que en la familia, encuentran un lugar privilegiado para vivirlos y transmitirlos. Cuando se deterioran las condiciones de trabajo, se precariza el empleo, o sencillamente se excluye de él a los trabajadores, no se está atentando contra una persona, se está deteriorando, precarizando y excluyendo a la familia. La salida de esta crisis-estafa está teniendo para la familia trabajadora unas consecuencias desoladoras: la pobreza se ha hecho más profunda y extensa, ha aumentado la desigualdad, el trabajo asalariado se ha precarizado hasta límites insostenibles y los derechos sociales se han visto mermados. Hoy estamos viendo cómo las familias obreras, especialmente las más empobrecidas, son las víctimas de una organización de la sociedad que no tiene al ser humano como prioridad, una sociedad injusta e indecente que nos está deshumanizando progresivamente. Ante esta realidad, el papa Francisco nos impulsa a afrontar el desafío de recuperar un lugar principal para el trabajo y la protección social eficaz, como garantía de una vida social digna, cuando nos pide «crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad y de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos»

Desde la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), como movimiento de la Iglesia inserto en el mundo obrero, estamos llevando a cabo la campaña «Trabajo digno para una sociedad decente», que en el caso de la familia, se concreta en el lema «Por un trabajo que haga posible la vida familiar y su tarea educativa». Nosotros pensamos, como el papa Francisco, que un trabajo digno es fundamental para que la familia cumpla con su rol esencial de ser lugar primario de humanización, pues está llamada a sacar a la persona del anonimato, enriquecerla humanamente e insertarla en el tejido de la sociedad. En conclusión, creemos que la celebración de este día puede ser una buena ocasión para crear conciencia del reto que la situación actual de las familias nos plantea a los cristianos y animarnos mutuamente a comprometernos para posibilitar a la familia una vida digna que le permita el pleno desarrollo de sus funciones.

* De la HOAC