Ejecución. Sumarísima palabra que se aplica al cumplimiento del gasto e inversión prevista en los presupuestos de administraciones y empresas. O sea, ejecución presupuestaria. El Ministerio de Finanzas de Ecuador lo define con su poquito de poesía: «Fase del ciclo presupuestario que comprende el conjunto de acciones destinadas a la utilización óptima del talento humano, y los recursos materiales y financieros asignados en el presupuesto con el propósito de obtener los bienes, servicios y obras en la cantidad, calidad y oportunidad previstos en el mismo». Precioso. Pero esta preciosidad no se cumple, salvo en los domicilios nuestros, donde en el mejor de los casos cada queso corresponde a un pan. Cada año, en los debates del Parlamento andaluz, el Ayuntamiento de Córdoba y la Diputación, por señalar lo cercano, la oposición reprocha al gobierno de turno el incumplimiento de los planes de inversión previstos. Clamamos al cielo por los recortes, pero no somos capaces de emplear en tiempo y forma el escaso dinero recibido o recaudado. Elena Cortés (IU) pedía ayer al Gobierno andaluz que destinara a renta básica los 528 millones que, según la diputada, no va a ejecutar. Andrés Lorite (PP) reprochaba al presidente de la Diputación que ha dejado de gastar 22,7 millones de euros en los municipios cordobeses. Le contestó Salvador Blanco (PSOE) recordándole que el anterior gobierno del PP en el Palacio de la Merced dejaba mucho más sin ejecutar. Y anteayer, en el Pleno de la capital, Amparo Pernichi (IU) y Antonio Rojas(PSOE) se las veían crudas para explicar por qué se perderá un millón de euros del plan Mi barrio es Córdoba.

Pues sí. Además de crisis y recortes, dejamos dinero en la caja, en remanentes para pagar deuda en el mejor de los casos, o haciendo que el mismo proyecto figure de nuevo en las cuentas del ejercicio siguiente, como pasó hace tiempo con aquella partida para el recinto ferial de Córdoba que, tras años intocada, la Junta de Andalucía eliminó de sus presupuestos. ¿De quién es la responsabilidad? ¿Solo de los politicos, que prefieren prometer a hacer? ¿Es que no hay capacidad y cualificación en los equipos técnicos de las administraciones? Las causas serán múltiples y complejas, pero el resultado es meridiano.