Cuando después de dar en la cama un sinfín de vueltas intentando conciliar el sueño, que a causa del excesivo calor cuesta coger, cuando después de dormir a salto de mata cuatro o cinco horas ya por agotamiento, cuando la radio de la mesita de noche te grita al oído y uno se despierta, no sabe cuál será el susto o intranquilidad que le hará dar un brinco de la cama, pues se está tomando por costumbre el sobresalto matutino.

El de hoy ha sido el saber que la hucha de las pensiones se está quedando diezmada a causa de meter tanto la mano en ella. Esta hucha, que debería ser como los bancos, que siempre tienen beneficios, se ha convertido en un huerto sin vallar, que a las primeras de cambio y mientras más frondoso está, vienen los bárbaros y lo arrasan convirtiéndolo en un erial sin miramiento alguno.

Esto no ocurriría si el gobierno de turno hiciera lo que debería haber hecho hace ya muchos años, es decir, dejar en las administraciones públicas las personas estrictamente necesarias, obviando tanto amiguismo, enchufismo, dedocracia etc., y que se volvieran a sus puestos de trabajo que tuviesen antes de estar chupando del bote administrativo, y en caso de no tenerlo, que se apuntaran al paro como los demás. Ante esto, que dudo mucho se vaya a llevar a cabo, pues en ello y en aumentarse el sueldo a su gusto y manera, es en lo único que se ponen de acuerdo todos, y digo bien, todos los partidos políticos sin excepción, se me ocurre una idea que aportaría al gobierno pingües beneficios evitando así la tentación de meter mano donde debería ser algo blindado.

La idea es que todos esos cargos, carguetes, amigos, amiguetes, puestos dáctiles y afines, todos esos miles de puestos innecesarios en toda la geografía española, cobrasen un sueldo único igual al que cobran las pensiones máximas, es decir, 2.000 euros mensuales amén de suprimir todas las prebendas adicionales que conllevan los cargos, coches oficiales, pasajes en primera, secretarios, etc., etc., con lo que se matarían dos pájaros de un tiro, uno y principal, se ahorraría muchísimo dinero, otro, se darían cuenta los gobernantes de la realidad diaria, de lo que cuesta vivir cuando se ve mermado de modo considerable los ingresos, siguiendo los gastos fijos iguales mas el encarecimiento progresivo de la vida.

Otra cosa a suprimir o modificar sería la multiplicidad de pensiones y sobresueldos vitalicios que tienen los parlamentarios una vez jubilados, no hablan todos de igualdad, pues igualdad para todos, porque mientras lo ancho del embudo lo toman los que viven de la política, lo estrecho lo sufren los demás mortales, impidiéndole cobrar, por ejemplo, pensión de viudedad por el marido si la viuda tiene pensión propia y es la mal llamada máxima, porque se deberá llamar pírrica.

Esta flagrante injusticia de la que no interesa hablar a ningún político, es la que está salvando a muchas familias de la precariedad económica, que por falta de trabajo, están sustentando a hijos y nietos. H

* DUE