El 13 de junio en Francia dio comienzo la llamada «Eurocopa de la seguridad» donde millones de espectadores siguen gol a gol y golpe a golpe los acontecimientos que en los campos de fútbol se están produciendo ante la pasividad de la UEFA.

Y es que la violencia se está apoderando de este torneo y los espectadores estamos siendo testigos de que no son los terroristas islámicos los que están sembrando el terror poniendo precio a las vidas de los aficionados que van a ver a su selección, sino que son europeos con el beneplácito de sus gobiernos los que están creando el pánico.

En muchas ocasiones, los actos deportivos que son seguidos por millones de personas son el escenario perfecto para mostrar la fuerza y la rebeldía de los ciudadanos de un país, y ahora la Eurocopa está sirviendo como telón de una obra que escenifica a un viejo continente debilitado y arrodillado ante la violencia, y no sólo la violencia económica que ha producido la crisis sino la política, la de la desidia de un proyecto que ya no crea ilusión.

Y es que mientras miles de aficionados ingleses luchan por unos colores con los puños por un patriotismo mal entendido, su país se enfrentó ayer a una votación que decidirá si seguirán formando parte de la Unión Europea, y es que los resultados que se desprendan de esta votación estarán manchados de sangre y de odio.

Por otra parte, están los aficionados rusos a los cuales el sueño europeo se les quedo en la lejanía del incumplimiento más absoluto de los Derechos Humanos, y los cuales dedican sus esfuerzos a que las grandes compañías de gas sean patrocinadoras de equipos de fútbol y su país se visibilice en el resto del mundo y tengan el suficiente dinero para seguir entrenando a hooligans que se dediquen a estropear eventos deportivos y graben sus hazañas creyéndose superhéroes de la barbarie.

Así, Europa ha despertado de su sueño del bienestar, mientras que miles de cámaras están ahí para grabar al viejo continente y hacernos testigos de que la historia está más cerca de repetirse y con escenarios y causas similares, siempre el maldito nacionalismo que nos hace ver a nuestros vecinos como rivales y no solo en el terreno de juego.

Quizás la «Eurocopa de la seguridad» esté siendo de todo menos segura y los gobiernos no están demostrando la firmeza ante esta violencia que está acabando con vidas humanas y que nos deja claro que algo tan efímero como la idea de Unión Europea está a punto de dinamitarse. Y es que «cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar». H

* Politóloga