El lema popularizado tras los atentados en Charlie Hebdo en 2015 ha sido llevado estos días con el nombre de la capital belga. Varios cientos de personas se están reuniendo espontáneamente en uno de los lugares más céntricos y conocidos de la ciudad, la Plaza de la Bolsa, para honrar la memoria de los muertos en el doble atentado.

"Hemos cerrado los ojos durante mucho tiempo", decía el primer ministro del Gobierno francés, Manuel Valls. "En toda Europa, pero también en Francia. No hemos querido ver la progresión del extremismo en barrios donde el islamismo radical ha pervertido a una parte de la juventud". Un radicalismo que no entiende de objetivos, lugares o personas. Tanto los ataques de París como los de Bruselas van dirigidos contra gente anónima, gente que toma un café en una terraza, que coge el avión o espera el metro. Minutos después de conocerse los ataques terroristas de Bruselas, los usuarios de las redes sociales expresaban su solidaridad con las víctimas, su rabia y sus miedos ante un problema que amenaza a la sociedad global. Y todo en nombre de Alá o la Yihad islámica.

Y es que el yihad es sin duda el concepto de la tradición islámica más manipulado en las últimas décadas, una manipulación que nos sitúa en el escenario de la política internacional antes que en el campo estrictamente religioso. Por un lado, la palabra árabe yihad es sistemáticamente traducida como guerra santa, un concepto utilizado con el fin de mostrar que el islam es una religión esencialmente violenta. Por otro lado, el término yihad ha sido utilizado en los últimos tiempos para justificar acciones terroristas.

Es, además, un término utilizado para involucrar a poblaciones musulmanas en los planteamientos belicistas de sus dirigentes. El Corán presenta la diversidad de pueblos, religiones como algo querido por Alá, y anima a sus miembros a conocerse mutuamente. Los buenos judíos, cristianos, hinduistas y budistas son tan creyentes como puedan serlo los buenos musulmanes. La única competitividad a la que se nos exhorta es en la realización de buenas obras. La visión sobre el yihad como guerra santa para convertir a los infieles no se corresponde en lo más mínimo al mensaje del Corán, más bien hay que situarla en el marco de la política internacional, que, a pesar de la claridad del mensaje del Corán sobre el pluralismo religioso y el respeto a la diversidad, se sigue insistiendo en lo contrario. Tampoco hay que entender el acto terrorista como hecho aislado, pues en la actualidad se vienen produciendo violencia y muertes y persecuciones contra cristianos y secuestros de personas occidentales, ante lo que occidente está siendo muda en sus denuncias, en Oriente Medio, en Africa y como vemos en Europa también. Sí en cambio el Corán afirma que todas las religiones vienen del Dios único, y se rechaza la idea de que la humanidad pueda convertirse en una sola comunidad. Por tanto no más asesinatos ni confrontaciones manipuladas en nombre de Dios que es Paz, Amor y Misericordia para la humanidad, según dicen tanto la Biblia como el Corán.

* Licenciado en Ciencias Religiosas