Desde que se declaró el estado de crisis todas las políticas implementadas por la Comisión Europea, el BCE y el FMI, que forman la Troika, y posibilitadas en España por la reforma inmoral de nuestra Constitución, hecha sigilosamente en el verano del 2011 con nocturnidad y alevosía para poder cumplir los objetivos del déficit impuestos, han provocado un inmenso sufrimiento, concretado en un aumento espectacular del paro y la miseria.

Numerosas han sido las políticas dirigidas desde el principio a reducir nuestro de por sí exiguo Estado del bienestar, todo con la idea de transferir riqueza desde la mayoría de la sociedad hacia la banca que, en la época de bonanza, había prestado alegremente grandes cantidades de dinero y necesitaba ahora otros medios, más coercitivos e injustos, para enjuagar sus pérdidas y recuperar sus ganancias. Determinaron no prestar directamente el dinero a los Estados sino hacerlo a los bancos, con un interés del 1% y los bancos prestarían, prestan, a los gobiernos a un 7%, con lo que consiguen irse recapitalizando y pasar de una deuda privada, de la banca, a una deuda pública, de los Estados, que pagamos el conjunto de contribuyentes. Con el cumplimiento de los objetivos del déficit como prioridad absoluta se han descapitalizado los servicios públicos que, aunque escasos, contribuían a paliar la desigualdad social, llegando cada vez menos dinero para sanidad, educación, servicios sociales, etcétera. Los ciudadanos y ciudadanas contemplamos escandalizados cómo nuestro patrimonio se malvende. Un patrimonio que se ha construido en su mayoría a base de los impuestos de la clase trabajadora; impuestos que seguimos pagando, más y más, recibiendo a cambio cada vez menos.

Los países que más han padecido las políticas de la Troika (Grecia, Chipre, Portugal, España o Irlanda) están inmersos en situaciones trágicas y son para los europeos ejemplos de cómo funcionan las políticas de la UE, que suponen una guerra económica con víctimas muy reales.

Los pueblos europeos, miembros de una sola familia, nos negamos a seguir los dictados de políticas que no tienen legitimidad, ni justificación, que han sido diseñadas para enriquecer a unos pocos a costa del sufrimiento de la inmensa mayoría.

Somos víctimas de la pérdida de derechos y denunciamos la represión que emplean los Estados para obligarnos a aceptar el expolio de nuestras conquistas sociales, de las que Europa, después de la segunda Guerra Mundial, ha presumido y por las que muchos veíamos en ella una garantía de libertades. Cada día somos más los que tememos que este desastre puede acabar con la Europa de los pueblos al fomentar el rencor y la xenofobia que, como la historia nos ha enseñado, solo trae fascismo, dictadura y guerra.

Somos ciudadanos y ciudadanas de Europa, de distintas culturas, que nos reconocemos como hermanos y alzamos juntos nuestras voces para denunciar esta hecatombe creada por políticos corruptos, grandes empresas multinacionales y el poder financiero.

Mañana sábado, 1 de junio, salimos a la calle en toda Europa para exigir que se nos escuche, ¡que se nos oiga a las personas!, ¡que sepan que no aceptamos más que nos roben, nos empobrezcan y destruyan nuestro futuro y el de las generaciones venideras!

Creemos en otra Europa y vamos a luchar por ella.

* Coportavoz EQUO Andalucía