Nuestra Real Academia olvida a veces que su fundador fue liberal, pero no que fue canónigo. Antes de fallecer Segundo Gutiérrez, el padre Segundo, el 12% de los académicos numerarios era de sacerdotes. Difícilmente ninguna otra institución cultural civil con fines civiles alcanza tan alto porcentaje sacerdotal.

Pero no fueron sacerdotes quienes propusieron a Segundo Gutiérrez para académico numerario en 2008, sino personas artistas de por sí o muy ligadas al arte: Emilio Serrano, Luis Bedmar y Mercedes Valverde; un pintor, un músico y una directora de museos. Esto prueba que nuestro compañero recordado hoy merecía la mejor consideración como artista. Un sobreañadido, especialmente relevante desde la perspectiva académica, sobre la bondad, cordialidad, humildad y religiosidad de la persona, que era esencialmente discreta. Si tenía que atender alguna obligación profesional que le obligara a acortar su asistencia al pleno académico, a la hora exacta se esfumaba literalmente; casi nadie reparaba en su salida.

Acudí a todas las exposiciones de su obra escultórica que celebró en la ciudad, y él siempre nos recibía con mucha complacencia y con protestas de no merecer tanta atención.

Pero nunca anduvo en los circuitos de la vanidad artística, en la búsqueda de gloria y fama, aunque sin duda le gustaba ser reconocido como lo que era: un escultor de gran talla con tallas grandes, cuando no desmesuradas para su frágil y breve condición física. En su última época se lamentaba de que su enfermo corazón hubiera dejado de permitirle el esfuerzo necesario para acometer las grandísimas expresiones en madera de años atrás.

Este zamorano de pueblo del año 1932 era hijo de carpintero ebanista, lo que le familiarizó con la alegría de respirar serrín en el último gesto con la gubia. Ese amor a la madera trabajada con amor no se manifestó en obras de su autoría hasta 1970, cuando ya contaba 38 años de edad.

Pero ese inicio tardío no impidió que el número de sus obras, que están repartidas en Venezuela, Italia, Filipinas, Francia y nuestra España, sobrepase el 800.

Suele errarse cuando se señala el discípulo de Julio Romero con quien trabajó, que no fue otro que el pintor cordobés Antonio Costi Jordano, equiparable en modestia con Segundo.

Si se tratase de enfrentar a dos escultores expresionistas cercanos a nosotros, habituados a esculpir brazos estirados y manos extendidas hacia el cielo, podríamos escoger para parangonarlo a Segundo Gutiérrez, a Aurelio Teno, aunque éste trabajase frecuentemente con metales y piedras, no con madera, y tuviera un talante ante la vida y la vida artística absolutamente opuesto al del humilde claretiano.

Es tan evidente el expresionismo de nuestro artista, que no hace falta cita de autoridad para apoyar la clasificación, pero sí puede ser oportuno recordar que Camón Aznar indicó que nuestro hombre había optado por una de las posibles raíces del expresionismo: la exaltación de la espiritualidad, que se traducía en figuras altas y delgadas; puras.

Segundo Gutiérrez amaba las maderas nobles, de las que decía que ayudan, que son irreductibles a la carcoma y a la intemperie y obedientes como un fraile, dóciles a las manos que las moldean o acarician. Trabajó con más de cincuenta maderas de procedencias muy distintas: con la europeas de abedul, el naranjo y el olivo; con la africana caoba; con la asiática palisandro...

Una escultura en madera que representara a Segundo Gutiérrez Domínguez, forzosamente, habría de ser tallada en madera de palo santo.

(P.S. Con este texto contribuyó el autor a la sesión necrológica organizada por nuestra Real Academia en memoria del académico numerario, el claretiano escultor. La sesión se celebró, extraordinaria y oportunamente, en el salón de actos adyacente a la iglesia de San Pablo, local del que la mayoría de los asistentes no tenía la menor noticia).

* Abogado y escritor